Ciencia, marxismo y práctica política*

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Fragmento. Texto publicado originalmente en Palabras Pendientes, No. 14, enero 2021

La ciencia es una manera de entendernos como sociedad y en relación con la naturaleza. Como marxistas, al analizar la ciencia, reconocemos que tiene un carácter dual, epistemológico y sociohistórico. Presenta, por un lado, elementos metodológicos y teóricos fundamentales para entender y transformar nuestra interacción con el mundo, pero por otro lado es producto de la actividad humana y por lo tanto expresa las condiciones sociales y productivas de un momento histórico dado (Levins, 1996). Concretamente, la ciencia actual, al estar inmersa en el modo de producción capitalista, se retroalimenta constantemente con el mismo. Bajo este enfoque podemos entonces entender y criticar las diferentes críticas que se han hecho a la ciencia y exponer la utilidad práctica que tiene el conocimiento científico para y desde la militancia.

I

El carácter dual de la ciencia y sus implicaciones epistemológicas y prácticas

1.1. El conocimiento científico como producto de la división social del trabajo

El conocimiento científico se basa en la experiencia y en la reflexión sobre esa experiencia.

Sin embargo, contrariamente a otros conocimientos generados desde la práctica y reflexión de una actividad, como cuando un campesino va aprendiendo cuándo y cómo sembrar la tierra a través de los años de estar sembrando, el objetivo mismo de la ciencia es generar conocimiento. Esto no implica que una científica no genere conocimiento sobre su misma práctica de hacer investigación, sólo que el objetivo de su práctica es en sí, generar conocimiento. Por ello, sólo es posible en un momento histórico en donde recursos, personas e instituciones son organizadas para experimentar e investigar sobre el mundo. La ciencia es entonces inherentemente social y expresa las condiciones históricas, geográficas y productivas de la sociedad en la que se desarrolla.

La percepción común del científico como un individuo o grupo de individuos aislados de la sociedad es, no solo totalmente falsa sino que además enajena a los científicos de su consciencia y realidad social. Es decir, no es que los individuos no puedan trabajar aislados, sino que este aislamiento sólo es posible gracias a la sociedad. Esto es especialmente cierto en ciencia ya si bien es cierto que existen grandes personajes que tienen una capacidad especial para cambiar el rumbo del desarrollo científico, también es cierto que son producto de su época y que, además, no podrían desarrollar su investigación sin todo el trabajo previo de miles de personas que hicieron experimentos y observaciones cruciales. No es casualidad que los grandes descubrimientos en ciencia suelan coincidir con épocas de desarrollo productivo y cultural como el caso de los y las grandes pensadoras del siglo XIX o del apogeo de la ciencia en la España musulmana.

La división social del trabajo ha hecho que la ciencia tenga ventajas y desventajas para el desarrollo del conocimiento. Por un lado, ha permitido a sus practicantes construir a lo largo de la historia una serie de métodos esenciales para la investigación tales como la observación, la experimentación, la clasificación o la interpretación lógico-deductiva pero también prácticas como la comunicación de resultados o la generación y el rechazo de hipótesis y teorías. Dichos métodos no son fijos, están en constante desarrollo. Por ejemplo, hoy en día el estudio de los sistemas complejos pone en duda el determinismo laplaciano de finales del siglo XVIII. Además, como dice Bernal, cualquiera que haya hecho investigación experimental sabe que no se siguen a la línea y que a veces, hasta después de descubrir algo nuevo uno tiene que hacer el camino de regreso para saber cómo llegó ahí (J.D. Bernal, 1981). No obstante, al buscar una reproducibilidad metodológica y validar constantemente sus avances, la ciencia ha ayudado a combatir el fanatismo, la charlatanería o simplemente a rechazar hipótesis científicas anteriores. Muchas de las teorías científicas del siglo pasado como la existencia del éter lumínico para explicar la propagación de la luz en el vacío, son obsoletas hoy en día. Finalmente, dichos métodos han fomentado que la ciencia tenga una naturaleza acumulativa. Si bien hay grandes revoluciones científicas que cambian completamente nuestras interpretaciones, se basan en observaciones sistemáticas que se han ido acumulando a lo largo de los años.

Por otra parte, al ser producto de la división social del trabajo, los mismos métodos pueden presentar límites conceptuales. Al hacerse desde institutos separados de la sociedad y con condiciones controladas pueden no tomar en cuenta variables que cambian toda la interpretación en la realidad. Un ejemplo conocido es el desarrollo de variedades híbridas de maíz en donde se controlan las variables ambientales, fisiológicas y sociales. Dadas estas condiciones, se asume que una variedad es más productiva que otra. No obstante, en el campo los climas son variables y las semillas se intercambian, se diversifican y entrecruzan bajando la productividad. En este sentido, el conocimiento científico debe complementarse con otros conocimientos igualmente empíricos producidos desde la práctica.

1.2. La ciencia como herramienta transformadora

La práctica y la metodología científicas influyen en la historia a través de la transformación radical de la realidad material y de los medios de producción pero también a través del impacto en la ideología y las interpretaciones de cada época. El impacto material de los resultados científicos, unidos al desarrollo de la técnica, es rastreable y cuantificable. En 1856 Henry Bessemer dio a conocer sus “altos hornos” con los cuales abarató la producción de acero. En estos hornos introducía una corriente de aire continua que elimina de manera precisa el exceso de carbono en el hierro fundido produciendo acero de alta calidad. Pocos años después se construyeron grandes fábricas, barcos y puentes colgantes modificando las relaciones internacionales y las capacidad productiva de las sociedades. En general cuando uno describe las épocas en la historia a través de denominaciones como la edad de piedra, del bronce o del acero, hace referencia al momento en donde se desarrolló la técnica y la ciencia suficiente para dominar o producir ese material (J.D. Bernal, 1981). Por otro lado, las ideas científicas, una vez popularizadas, modifican el acervo común del pensamiento y construyen, conjuntamente al cambio en las relaciones económicas, nuevas ideologías. La selección natural de Darwin, logró colocar a los seres humanos como parte de otras especies en constante cambio, pero promovió posteriormente “la explotación despiadada y la sujeción racial, bajo la bandera de la supervivencia del más apto”(J.D. Bernal, 1981). El origen químico de la vida descrito por Oparin (1955) y la descripción de la historia del universo, nos hizo entender nuestro desarrollo más lejano y la brevedad de la vida en la tierra, pero llevó también a un relativismo extremo de la importancia de la práctica humana.

Por otro lado, las ideas científicas, una vez popularizadas, modifican el acervo común del pensamiento y construyen, conjuntamente al cambio en las relaciones económicas, nuevas ideologías.

La capacidad transformadora de la ciencia modifica entonces el desarrollo y la organización de las sociedades y es modificada por las mismas. Esta dualidad de la ciencia solo se ve al analizarla ya que ambos aspectos se manifiestan en sí como una totalidad indisociable. Ahora bien, en sociedades con clases sociales, la práctica científica sigue en general las direcciones dictadas por las clases en el poder. En los primeros tiempos, la ciencia era una actividad realizada por clases acomodadas con tiempo libre o bajo el financiamiento de grandes mecenas que buscaban desarrollar la técnica de la guerra o de la producción (J.D. Bernal, 1981). En el sistema capitalista, la ciencia tomó direcciones nuevas propias del sistema de producción.

[…]

II. La ciencia en el capitalismo

a) El papel de la ciencia en la producción, el papel de la producción en la ciencia

b) La influencia del capitalismo en la misma práctica científica

III. Crítica a la crítica de la ciencia capitalista

a) Crítica a la crítica de los científicos liberales

b) Crítica a la crítica de los idealistas o posmodernos

IV. Algunas tesis prácticas

a) Hacer militancia en la ciencia

b) Hacer ciencia en la militancia

[…]

* El texto completo lo puede consultar en Palabras Pendientes No. 14 < Ciencia, capitalismo y revolución >, aquí.

** La revista Palabras Pendientes No. 14 puede adquirirla aquí.