Número 24, Año 5, febrero – marzo, 2018

Como respuesta a la declaración errónea de Aurelio Nuño, el pasado 6 de diciembre del 2017, cuando se despedía de su cargo en la Secretaría de Educación Pública (SEP), en el sentido de que no existían disidencias contra la rfeforma educativa, los maestros aglutinados en la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) expresaron que seguirán movilizándose para exigir la derogación de dicha reforma. El ex-secretario presume haber frenado el conflicto porque detuvo el paro del 15 de mayo, pero se engaña, pues en 2018 el magisterio habrá de aprovechar la fuerza que acumuló en su periodo de reorganización.

Y es que en ese tiempo los profesores han sacrificado su visibilidad para fortalecerse internamente. Por un lado, interpusieron una serie de amparos por el despido injustificado de más de 500 profesores que no se presentaron al programa de Evaluación Docente. Por el otro, extendieron sus movilizaciones a otros estados para respaldar a compañeros de otras unidades, y obligaron a varios gobiernos estatales a abrir mesas de negociación y atender las demandas. Y además de lo anterior, continúan con su ruta pedagógica en la construcción de un proyecto educativo alternativo.

Los profesores saben que 2018 es para ellos un años importante, pues podrían extender su influencia, y su fuerza, a otros estados pero también tienen enfrente la discusión de sumarse o no a alguna plataforma o partido electorero, lo cuál podría restarles adeptos y generar desacuerdos ideológicos. Y aunque la discusión de la posibilidad de una nueva oleada de movilizaciones en el país con respecto a la reforma educativa sigue en proceso, los profesores tendrán que planear la estrategia más contundente para aprovechar las protestas que pudieran desencadenarse a causa de asuntos que les interpelen, como por ejemplo, la Ley de Seguridad Interior. El magisterio continua siendo una reserva de fuerza importante para la lucha popular y la transformación social.