Sobre las reformas propuestas por AMLO y la necesidad de luchar

Publicado

en

,


El pasado 5 de febrero el presidente AMLO presentó una serie de iniciativas de reformas constitucionales sobre los más diversos temas, desde la anunciada propuesta de reforma al Poder Judicial hasta la legalización del carácter militar de la Guardia Nacional, pasando por reformas concernientes a los pueblos originarios, vivienda, salud, alimentación, las consultas populares y los montos de pensiones para los trabajadores formales, entre otros temas. La diversidad de las reformas propuestas, así como sus orientaciones a favor o en contra de los intereses populares, requerirían un análisis por separado de cada una de ellas, por ahora en este breve texto nos limitaremos a plantear algunas cuestiones respecto al significado general de las mismas en el marco de la actual coyuntura política.

Lo primero a considerar es la superficie del asunto, es decir, las iniciativas presidenciales tal cual se presentan responden, antes que a algún proyecto de transformación social,  a la necesidad de influir en el proceso electoral adelantado desde hace meses. Al enviar ahora estas reformas, con las campañas en puerta y sin una mayoría legislativa que las apruebe, se busca no su aprobación sino exhibir los rostros más antipopulares de la derecha electoral. El prianismo votando contra el salario, contra las pensiones, contra la vivienda, contra la cacareada soberanía energética, etc., esa es la foto que se busca desde Palacio Nacional, al mismo tiempo que se abre el espacio político para la negociación y el intercambio de favores en las cámaras, para quitar esto o aquello, incluir letras chiquitas y aprobar o no según los acuerdos en lo oscurito, de espaldas al pueblo.

Se trata de iniciativas sometidas al golpeteo de la politiquería legislativa antes que al debate popular, es decir, intentos de reformas que sin el protagonismo de las mayorías trabajadoras terminarán, se aprueben o no, sometidas a los acuerdos cupulares de los políticos de siempre y sobre todo de las decisiones de quienes realmente mandan: los grandes capitales, los dueños del dinero.

En medio de este juego quedarán, otra vez, las justas demandas del pueblo trabajador, al menos hasta que haya que iniciar de nuevo eso que llaman gestión de gobierno y que no es otra cosa más que un concurso de popularidad para quedar bien abajo mientras se obedece a los de arriba. Aunque claro, si nos organizamos y luchamos la última palabra la tenemos lxs de abajo. 

En segundo lugar, las diversas iniciativas nos permiten observar una línea fundamental del proyecto de la 4T, de su forma de hacer política: la sumisión ante las dinámicas legislativas propias del sistema de dominación, sistema  que más allá de toda retórica mañanera ha sido objeto de una muy buena aceitada  por el actual gobierno. Hoy día la relación mando-obediencia funciona y eso mantiene contentos a los grandes patrones quienes pueden seguir mandando… y ganando. 

Algunas de las iniciativas que, bajo ciertas circunstancias, podrían estar encarriladas al beneficio popular han encontrado su límite en los marcos de los pleitos legislativos. Sea la reforma eléctrica, la ley minera o la reducción de la jornada laboral, todas han terminado en simples llamaradas de petate, leyes ligth o empantanadas en los sótanos judiciales. Y no se trata de obviar o simplemente eludir el juego legislativo, no podemos pecar de ingenuidad, pero sí de abrir otros terrenos de lucha. Si la 4T buscará en verdad la transformación radical de la vida pública habría dirigido parte de sus esfuerzos a la organización y movilización popular callejera para presionar por la aprobación de algunas de estas reformas, no lo hizo, se contentó antes bien con los acuerdos entre los partidos de siempre para aprobar aquellas medidas que realmente le interesaban, por ejemplo, la creación de la Guardia Nacional.

Aceptar el terreno legislativo como el único para avanzar en mejoras sociales no sólo busca dilatar estas mejoras, mientras desgasta y decepciona a quienes las apoyan, sino que termina por dejar un mensaje claro: sólo los políticos profesionales de toda la vida, esos corruptos y parásitos, son quienes pueden hacer política. Jugar en la cancha del enemigo con las reglas del enemigo es una buena estrategia para perder, sobre todo cuando todas las canicas se ponen en esa bolsa. Y claro, a veces no hay de otra, pero con tal apoyo popular este gobierno habría podido hacer algo más si se hubiese fomentado la iniciativa popular antes que desgastarla, si hubiese respaldado la organización independiente del pueblo antes que atacarla una mañana sí y otra también. Pero claro, amarrar al tigre (AMLO dixit), esa fue la línea estratégica anunciada, no hay que engañarnos. 

Bonus sobre reformismo, mitologías y lucha de clases.

Existe cierta mitología que afirma que las reformas progresistas son positivas de por sí porque amplían derechos y el margen de acción para las luchas sociales. Decimos que se trata de una mitología en la medida que supone cierto grado de verdad pero termina distorsionando y ocultando lo sustancial. Las reformas son la superficie del proceso social. Es la lucha de clases, la fortaleza o debilidad de las clases populares, así como la fortaleza o debilidad de las clases dominantes lo que termina por definir el sentido concreto que tendrán las reformas. 

De este modo una reforma que aparece como positiva para el pueblo trabajador puede terminar siendo un dique de contención para su emancipación,  o bien convertirse en una trinchera que favorezca su lucha. 

Dicho de otro modo, para valorar las reformas propuestas por AMLO hay que llevar el análisis más allá de las reformas mismas, hacia la situación de la lucha social, hacia la correlación de fuerzas entre las clases y sectores sociales. Y es ahí donde se muestra la situación concreta: los grandes patrones mantienen el poder, el ejercicio de éste ha entrado en un proceso de renovación y consolidación hegemónica que supone cierta redistribución de la riqueza mientras se aseguran ganancias crecientes a los burgueses de siempre; las clases populares, ante su debilidad orgánica, han apoyado al ala izquierda de la representación política de la burguesía (morena), y en general han circunscrito su acción a los terrenos que los burgueses conocen mejor, etc.

Es en ese escenario donde el futuro de las reformas propuestas por AMLO adquiere su significación real: Darán muy poco a las clases populares y asegurarán el dominio de los grandes patrones. La tarea abajo, se aprueben o no las reformas propuestas, sigue siendo organizarse de forma independiente para superar la situación actual y poner sobre la mesa los intereses de las mayorías trabajadoras. No es fácil pero es necesario.