Tlanixco: otra historia de lucha y resistencia por la defensa del territorio

Número 19, Año 3, Octubre-Noviembre, 2016

El despojo, la represión, la explotación y el desprecio son las 4 ruedas con las que el capitalismo avanza sobre los territorios y poblaciones en las que aún no termina de conquistar la lógica del mercado y la ganancia. Ahí donde hay agua y tierra, condiciones necesarias para la vida de las comunidades, el capitalismo ve mercancías. El capitalismo crea un mundo peligroso si uno es pobre, indígena, si uno es poseedor de tierra, si bajo sus pies hay agua o minerales, si su casa está cerca de las carreteras, si se interpone entre dos ciudades. El tiempo corre en contra y la geografía son las coordenadas del desprecio y la represión.

Es frente a esa lógica que los pueblos se defienden con rebeldía y luchan convirtiendo su indignación en acción política para combatir al despojo. La respuesta de las clases dominantes es siempre la misma: represión. Esa es la misma historia que vive usted señora, señor lector, quizá usted ahora también ya se está organizando para detener la maquinaria, quizá impávido ve la destrucción de todo lo que consideraba su hogar, o bien, sólo esté “firmemente convencido de que a su isla no llegará el vendaval”. Si es el caso, el bucle de la historia no ha corrido lo suficiente para que pueda verlo claramente. De cualquier manera, le sugerimos voltee a ver los espejos de la resistencia que conforman el Congreso Nacional Indígena (CNI). En esta ocasión lo invitamos a mirarnos en el espejo 18 que corresponde a la comunidad de San Pedro Tlanixco.

En la década de los 80 se inició la construcción de la carretera Tenango-Ixtapan de la Sal, como parte del gran complejo carretero Toluca-Tres Marías-Cuernavaca. La carretera dividió en dos a la comunidad, provocando dificultades de comunicación para los habitantes de Tlanixco y problemas en la economía local. Además, sentó las condiciones para el despojo de tierras, ríos y manantiales.

La agresión al pueblo de Tlanixco se incrementó cuando, en 1989, el capitalismo floricultor pretendió negarles el acceso al agua que nace en su territorio para que ésta fuera usada de forma irregular por empresarios ajenos a la comunidad. La respuesta de los pobladores de Tlanixco fue la organización y cuando la indignación se organiza hay capacidad para frenar el capitalismo y desterrarlo aunque sea por un momento. Eso fue lo que intentó el pueblo al organizar asambleas y comités para la defensa del agua. Eso enfureció al poderoso que comenzó a atacar ahora con desprecio al acusar a Tlanixco de “poblado terrorista” (expediente PGR/TOL/V/017/2002). Aunque desmedida y estúpida, tal demanda no fue suficiente para detener la organización en Tlanixco que, hacia el 2002, logró echar a andar un amparo legal por el uso del agua del río Tezcaltenco.

El gobierno, como de por sí es mentiroso, después de la muerte –nunca investigada con seriedad– del presidente del sistema de riego del río y representante de los floricultores, inició una campaña de hostigamiento y represión. En 2003 el pueblo fue atacado por la policía de forma desmedida con cateos, humillaciones y la detención de varios miembros del comité por la defensa del agua, de los cuales 6 siguen presos: Rómulo Mireles sentenciado a 54 años de prisión, Pedro Sánchez Berriozábal sentenciado a 52 años de prisión, Teófilo Pérez González sentenciado a 50 años de prisión, Lorenzo Sánchez Berriozábal, Marco Antonio Pérez González y Dominga González Martínez los tres aún en espera de sentencia. Para darnos una idea de lo absurdo del proceso y lo perversas que son las formas de los poderosos, es necesario decir que los demás compañeros que también tenían órdenes de aprehensión pero no están presos, lograron demostrar que las acusasiones de los floricultores, supuestos testigos de un asesinato, eran falsas ya que no se encontraban en la comunidad en el momento del incidente. Es sabido que los presos y la presa, además de dos pobladores más que no han podido regresar a su comunidad por ser supuestos prófugos de una falsa justicia, tampoco estuvieron en el lugar de los hechos, sin embargo en un proceso amañado y corrupto les han sido rechazadas todas sus pruebas.

El desprecio no empieza ni acaba con las injustas y desproporcionadas sentencias a 50, 52 y 54 años de prisión, dictadas a tres defensores del agua, sino que se prolonga con un proceso absurdo de más de 10 años para Lorenzo, Marco Antonio y Dominga, también defensores del agua, con el que al no recibir sentencia les impide una defensa contundente. Estos retrasos en el proceso así como las pésimas condiciones de vida en las que se encuentran recluidos los seis compañeros desde hace más de 10 años son la fórmula con la que jueces cómplices del poder destruyen y reducen a los individuos que se oponen a los planes del dinero. Cincuenta años o más por defender el agua que nace en Tlanixco, de los poderosos floricultores de Villa Guerrero. Cincuenta años o más por decir NO al robo. Cincuenta años o más que no son sólo un absurdo, son años de separación familiar, de ruptura del tejido de la comunidad, de miedo, de ansia, de injustica. Esos son los frutos del despojo capitalista.

Pero la historia no acaba allí, queda aún mucha dignidad y una inmensa rebeldía que se organiza todos los días para lograr la libertad de los compañeros presos. El pasado 30 de septiembre, como parte del cierre de la Jornada por la libertad de los defensores del agua y la vida de San Pedro Tlanixco, se llevó a cabo un mitin por su libertad en los juzgados del penal Santiaguito en Almoloya de Juárez, Estado de México. Ese mismo día, representantes de la comunidad intentaron dialogar con el juez a cargo de revisar los casos de los compañeros que aún esperan sentencia; la respuesta de las autoridades fue una muestra más del desprecio hacia los pueblos originarios en lucha y resistencia: el juez “verá el expediente cuando tenga tiempo”.

¿Ha visto usted esto en otra parte? La respuesta es clara: sí lo hemos visto y no una sino muchas veces. ¿Acaso Ignacio del Valle y otros integrantes del FPDT no enfrentaron sentencias aún peores por defender su tierra, por evitar el despojo para el aeropuerto de los poderosos?. Despojo-organización, represión-resistencia, son dos capítulos de la lucha abajo-arriba que se repiten y repetirán. Cuando la resistencia ha sabido mantenerse digna y rebelde el resultado victorioso es de los persistentes, de los que no olvidan. Tod@s l@s pres@s de Atenco y compañer@s solidari@s con su lucha lograron la libertad gracias a la tenacidad y organización de much@s.

Cemeí Verdía, comandante de la Policía Comunitaria de Ostula y responsable de autodefensas de la zona Sierra-Costa michoacana, fue preso unos meses. Pero no se confunda, no es poco cuando el ataque vulnera a todos los habitantes de un territorio y no se dirige sólo a una persona. Ostula supo responder, el comandante salió libre, ¿quién lo logró? La gente con sus movilizaciones, el apoyo digno y rebelde de la comunidad, sus bloqueos carreteros y su persistencia.

Los yaquis Mario Luna y Fernando Jiménez estuvieron presos por defender el agua de su pueblo, alrededor de un año entre 2014 y 2015, bajo falsos cargos de robo y secuestro. Durante ese año se les sentenció, se les negaron amparos, se les retrasó el proceso con pretextos ridículos, y una vez más fue la persistente movilización popular y la lucha política las que los sacaron mucho antes de cumplir las condenas que les impusieron.

Sólo esa persistencia y organización es la que hoy logrará echar atrás condenas como la de Luis Fernando Sotelo, sentenciado a 33 años con 5 meses de prisión por supuestamente quemar un camión, pero en realidad lo es por los delitos de ser joven, pobre, estudiante, solidario y rebelde como bien lo explican l@s zapatistas; culpable de criticar a una sociedad capitalista que margina y divide, que desprecia y sólo siembra muerte y destrucción donde hay vida y sobre todo, donde ésta se defiende. La respuesta entonces debe ser contundente; es indispensable que salgamos a acompañar a Tlanixco hoy que vuelve a nombrar la libertad, busquemos cómo ofrecer apoyo, aprendamos de su lucha y permanezcamos organizándonos para que en el futuro cercano los compañeros defensores del agua vuelvan con sus familias y su pueblo, para que la lucha contra el capital no se detenga, para que mañana no vuelva a haber presos políticos por defender la vida y el territorio.