Número 27, Año 5, agosto – septiembre, 2018
En lo que va de 2018, al menos 2500 hijos de migrantes han sido separados de sus padres, quienes intentaban entrar a Estados Unidos al cruzar la frontera con México, muchos de esos niños fueron encerrados en jaulas y tratados como delincuentes de alta peligrosidad, como lo muestran las imágenes que naturalmente nos indignaron.
Entonces uno empieza a preocuparse, ¿será que Trump sí va a construir el muro fronterizo y vamos a tener que pagarlo de nuestros ya de por sí exprimidos salarios? ¿esto es sólo una muestra de su prometida política migratoria de cero tolerancia? Porque si incluso su hija y operadora política se conmovió con la separación de familias y recordó cómo sus ancestros migraron para cumplir el gran sueño americano, es que éste hombre no tiene escrúpulos y estamos en presencia de un loco racista que va a desaparecer México apretando un botón.
Pues estimados lectores, lo único que podemos decirles es que no es uno solo, son varios los locos-racistas-magnates… y que esta política migratoria de cero tolerancia no es característica del actual gobierno estadounidense, lleva varios años funcionando. De 2013 a la fecha han sido expulsados del vecino del norte al menos 70 mil niños, cada uno de esos casos conlleva múltiples violaciones a los derechos humanos. La indignación crece cuando buscamos un poco más en los datos y nos asomamos al sur, ya que el estado mexicano, a pesar de reprobar públicamente el actuar del gobierno estadounidense, le hace lo mismo a nuestros vecinos latinoamericanos y reporta haber expulsado del país a 127 mil menores de edad en este mismo periodo, lanzándolos a la cruda realidad de la esclavitud laboral y a las redes de prostitución que operan en casi toda Latinoamérica. Entonces, es natural cuestionarse si nuestra rabia y malos deseos deben dirigirse únicamente a Donald Trump y cantarle la afamada canción de los Tigres del Norte -pero si nosotros somos más americanos que todititos los gringos- o contra quién o qué debemos lanzar los improperios y, ¡por qué no! contra quien debemos luchar.
Cambiemos un poco la geografía, ahora nos situamos en las limpias y cultas metrópolis europeas, ahí donde reina la paz, el empleo, la seguridad, la educación…Un momento, me pareció ver la campaña política de un grupo fascista, por allá va la manifestación de un grupo neonazi, esperen, al fondo se ven las llamas de un campamento de refugiados de Irak, se reportan diez muertos. Entonces nos indignamos aún más, si es que es esto posible. El escenario en todo el mundo es el mismo, el que migra tiene dos opciones: ser violentado, asesinado, perseguido, encarcelado, explotado, desparecido en la tierra que lo vio nacer; o migrar y correr el riesgo de ser asesinado, perseguido, encarcelado, explotado, desparecido en la tierra que promete mejorar ligeramente su nivel de vida.
No queremos jactarnos de tener respuestas, pero creemos tener una, eso contra lo que usted quiere lanzar improperios se llama capitalismo. Así es, el capitalismo es el causante de que una generación tras otra de mexicanos busque la vida en el otro lado, para recibir sueldos que, aunque miserables, se cotizan en dólares y así, aunque ilegales, mantener activa la economía de una de las potencias mundiales. El capitalismo es también responsable de que que miles de centroamericanos viajen sobre un tren que a punta de violencia se ha ganado su nombre: La Bestia. O de las guerras que en Medio Oriente orillan a miles de personas a huir de la violencia silenciada en el resto del mundo.
En resumen, el capitalismo ha generado islas de abundancia y paz en océanos de pobreza y guerra, donde muchos de los que vivimos en esos océanos hemos visto como último recurso el aventurarse a entrar a las islas, donde por supuesto no somos ni seremos bienvenidos públicamente, pero sí en lo clandestino, siempre que paguemos el precio. Entonces, siga sintiendo repulsión por Donald Trump y sus políticas de cero tolerancia, pero súmele a ella, los deseos de organizarse contra la clase y el sistema que él representa, el capitalismo.