En México, los movimientos estudiantiles han sabido advertir que si la autonomía universitaria no va acompañada de estructuras democráticas, resulta imposible independizar las labores académicas de la generación de beneficios para quienes ocupan cotos de poder. Hoy, recordamos el 10 de junio de 1971, día en que más de 120 estudiantes de la Universidad Nacional Autónoma de México y del Instituto Politécnico Nacional fueron masacrados por movilizarse en la Ciudad de México en solidaridad con el movimiento estudiantil de la Universidad Autónoma de Nuevo León. Dicho crimen se conoce como El Halconazo.
Medio siglo después las demandas que llevaron a los estudiantes a organizarse y movilizarse a pesar del temor a la represión estatal: democratización de la ley orgánica de la universidad, paridad en la representatividad en el Consejo Universitario y participación directa de estudiantes, maestros y trabajadores en la elección de Rector; siguen siendo tareas pendientes.
Las universidades tienen un papel fundamental en nuestra sociedad, pues en ellas no solo se forman los futuros profesionales del país; sobre todo, se legitiman y reproducen las ideas con que, quienes tienen el poder, justifican el sistema económico y social imperante. Sin embargo, la universidad también es un espacio en el que, a fuerza del confluir de ideas y del análisis científico de la realidad, se gestan crítica, oposición y perspectivas para transformar el sistema al que inicialmente estas instituciones deben su existencia. Es por esto que históricamente defender y exigir la autonomía de todas las universidades públicas ha sido una bandera del movimiento estudiantil, en busca arrebatarle al Estado el control de la reproducción ideológica académica y realizar el potencial revolucionario que el desarrollo de las ciencias y las humanidades puede tener para transformar positivamente la sociedad.
Pd. Hoy como ayer y ante la represión estatal en CDMX y en Jalisco, decimos claro: ¡No a la brutalidad policial! ¡No a la represión estatal contra la juventud! ¡Protestar es un derecho!