¿Hay un golpe de estado contra AMLO en marcha? ¿Esa es la pregunta?

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En los primeros días de agosto se estrenará el documental En nombre de la libertad: Cuarta transformación y ultraderecha, del director Carlos Mendoza, este audiovisual alerta sobre la puesta en marcha de un golpe de Estado “suave” contra la 4T, por parte de grupos de la ultraderecha mexicana con apoyo de empresas transnacionales. Tras anunciarse este estreno, la posibilidad o no de un golpe de estado ha tomado las redes y los titulares noticiosos nacionales y extranjeros; por su parte AMLO afirmó que no ve ningún riesgo al respecto.

¿Qué es un golpe de Estado suave? Los golpes “suaves” o “blandos” se caracterizan por no requerir el uso de la fuerza militar, al menos no de forma central, aun cuando sí tienen un fuerte componente de violencia callejera, policial y paramilitar. Se trata de golpes que articulan un espectro amplio de dimensiones. Incluyen desde los ataques mediáticos, las noticias falsas, los rumores en redes sociales, acusaciones y procesos penales viciados, aislamiento internacional y diplomático, generación artificial de escasez de productos básicos, ataques a la economía dirigidos por calificadoras de riesgo u organismos financieros internacionales, hasta provocaciones callejeras, violencia orquestada por grupos paramilitares, procesos legales que buscan legitimar y legalizar el golpe y la destitución del gobernante en cuestión. Este tipo de golpes de Estado se han desplegado a lo largo del planeta en las últimas décadas; estrategias de este tipo se han aplicado para desestabilizar y derrocar gobiernos en países árabes y del Magreb, Ucrania, Honduras, Paraguay, Brasil y Venezuela por mencionar algunos. Los ataques desde la derecha no siempre se han orquestado contra gobiernos transformadores, algunas veces ha bastado sólo la “presunción de culpabilidad” de ser gobiernos populares.

La derecha no es tolerante ni democrática, nunca lo ha sido, cuando la democracia le conviene la usa, cuando no, la desecha. Pueden promover un sistema democrático electoral o la más férrea dictadura, eso es lo de menos mientras uno u otro régimen político sirva a los intereses de los burgueses y millonarios de siempre, les permita seguir enriqueciéndose. No es necesario ni siquiera que se les quite todo lo que ellos han quitado a los trabajadores, o se les expropie lo que ellos han obtenido gracias a la explotación y el despojo de los de abajo, no, la burguesía no necesita tanto para enojarse y patalear. La derecha exige sumisión total, no le gusta no tener el control absoluto aun cuando sus intereses se mantengan en lo fundamental intocados. La historia nos muestra gobiernos que apenas intentaban algunas reformas, no ya digamos cambiar o transformar de raíz ningún sistema, tan sólo para cambiar algunas cosas que aseguraran la continuidad del régimen. Los golpes de Estado en Honduras en este siglo, o en Guatemala el siglo pasado, no fueron golpes contra procesos radicales de transformación, sino contra gobiernos que buscaban gobernar para ricos y pobres y quedar bien con dios y con el diablo.

En nuestro país, la posibilidad de un golpe de Estado contra AMLO y la 4T ha desatado algunos comentarios, desde aquellos que alarmados reclaman sumisión absoluta para el gobierno, escudados en la necesidad de hacer frente al supuesto golpe, y otros que acusan en esta alarma una falsedad, un truco mediático que el gobierno impulsa sólo para asegurar mayor control y sumisión. La pregunta no es si en verdad está en marcha un golpe contra AMLO o no, tampoco si es probable o no, la historia nos dice que sí, que las burguesías y sus representaciones políticas y sociales organizan golpes de Estado cuando sienten el más mínimo ataque contra sus intereses, aun cuando esto no es así. La pregunta es ¿qué hacer para evitarlo? ¿Qué debería hacer un gobierno que se dice de izquierda, que se afirma popular, un régimen que dice ser una trasformación radical y buscar el bienestar de todos pero principalmente de los pobres y los humildes, qué debe hacer la 4T para evitar el probable golpe? Esa es la pregunta.

Sin ser adivinos, y sólo como respuestas generales, pensamos que la 4T podría hacer dos cosas para evitar un probable golpe. O bien luchar contra quienes lo promueven y quitarles toda capacidad de fuego, o bien intentar darles gusto, ceder ante los chantajes de los grupos de poderosos que estarían fraguando su destitución, darles lo que quieren. En este segundo caso, la 4T habría sucumbido a la derecha y dejaría por los suelos sus supuestas intenciones transformadoras y populares.

Si la intención fuera en verdad sacar adelante una transformación en beneficio de los pobres y las mayorías trabajadoras, la 4T debería evitar el posible golpe de Estado luchando activamente contra quienes lo planean, pero para ello falta algo fundamental y que hasta ahora el gobierno parece no lograr: ubicar al enemigo. ¿Quiénes son esos que organizan el supuesto golpe, quiénes son esa derecha rancia y conservadora, quiénes están contra el gobierno y su supuesta cuarta transformación?

Las respuestas que el régimen y sus ideólogos han dado a esta interrogante son en su mayoría superficiales, acusan a Calderón como el máximo dirigente de la derecha, lo ven organizando motines policiales y desestabilizando al gobierno, cosa de risa cuando uno observa la incapacidad que el expresidente demostró dentro del PAN, no pudo quedarse con el poder en el que fuera su partido, no pudo siquiera mantenerse dentro, no pudo imponer al candidato presidencial, ni cabildear ni influir para que su esposa obtuviera un lugar en la boleta electoral y ahora no puede organizar las asambleas necesarias para que su nuevo partido obtenga el registro. Para bien o para mal Calderón no tiene poder, no es el enemigo, es si acaso un servidor de los verdaderos poderosos.

El verdadero enemigo del pueblo, contra quien el gobierno debería enfocar su baterías, no son los que cada mañana AMLO acusa de conservadores, el enemigo está a su lado en el consejo asesor económico, tiene asiento de primera fila en los festejos de aniversario en el zócalo y representantes en la oficina de la presidencia y en diversas secretarias y subsecretarias del gobierno federal, el enemigo son esos esos empresarios y burgueses que AMLO ha escogido como amigos, principales aliados y primeros beneficiados de sus proyectos. El enemigo son los Slim, los Azcárraga, los Salinas Pliego, los Larrea, los Vásquez Raña, los Bailleres, la Coparmex, el CCE y el CMN, esos son el enemigo, que sin importar si están más cerca o más lejos del palacio presidencial, influyen en la política social y económica de la 4T y son los mismos que hoy organizan marchas fifís y mañana quizá golpes de Estado. Si AMLO y la 4T pudieran reconocer que esos empresarios millonarios no son amigos del pueblo sino sus enemigos, habría avanzado un poco, pero todo indica que no lo ve así, ya nos ha dicho que hay que cuidar a los empresarios y burgueses pues él gobierna para ricos también.

Por otro lado, no basta con ubicar al enemigo, también debería organizar a los amigos, organizar al pueblo, a las y los de abajo, esto tampoco lo ha hecho la 4T, no le interesa. Morena nunca ha buscado organizar, ni formar ni educar políticamente, desde sus inicios optó claramente por convertirse en un organismo electoral al cien por ciento, bajo el pretexto de la real politik y de alcanzar la supuesta eficacia electoral desestimó la formación y la educación política, se convirtió en un mercante más del voto. Lo importante era ganar las elecciones y para ello todo era válido, ya después se vería todo lo demás.

Hoy día, ya en el gobierno, MORENA y el régimen de la 4T tampoco se preocupan de la educación política e ideológica, incluso el Instituto de Formación partidario ni siquiera ha sido constituido formalmente, ha sido ahorcado presupuestariamente, no existe como tal, figuras prominentes del morenismo han señalado esto, no lo decimos nosotros. A la 4T no le preocupa organizar y promover la participación popular cotidiana, consiente, a ras de suelo, desde la base, fomentar la auto organización popular para la resolución de problemas tales como la inseguridad y la violencia, la pobreza y el desempleo.

Si hoy hubiera un golpe de Estado como el que señalan, ¿con qué estructura partidaria, con que estructura social y popular podría detenerse? ¿Acaso los Delgado, los Monreal, las Polevnsky, los Coello, los Bartlett, los Ebrard y demás fauna ex priista, ex perredista y ex panista entablarían la lucha frontal contra la derecha de la que muchos provienen?

Si en verdad hubiera en puertas un golpe blando, la responsabilidad de este sería no sólo de la derecha más rancia y encumbrada, sino también de la 4T que nada ha hecho por evitarlo. En esto como en otros asuntos la clave está abajo, en la formación política y en el trabajo de base, en el aprendizaje de las varias experiencias de poder popular y autonomía que la historia de nuestro país pone sobre la mesa, en la organización popular independiente para que todos y cada uno de nosotros aprendamos a gobernarnos, a participar políticamente y a construir y defender un proyecto social realmente al servicio de las y los trabajadores, del pueblo.