Número 30, Año 6, marzo, 2019
Desde hace un tiempo es muy claro para la mayoría de nuestro pueblo que hemos vivido bajo un proyecto económico y social llamado “neoliberalismo. Si bien el presidente de la 4T lo ha denunciado vehementemente como la causa de todos nuestros males, no ha hecho lo mismo con los diversos mecanismos mediante los cuales el proyecto neoliberal se instauró en nuestro país, ni siquiera ha aventurado una definición más o menos certera de lo que dicho proyecto es, en qué se basa, cómo se desarrolló, qué fundamentos tiene. Sólo ha atinado a señalar la corrupción como la herramienta preferida del neoliberalismo para imponerse, como el arma única y más eficaz que los neoliberales tienen para atracar y atacar al pueblo. Si bien es cierto que la corrupción en nuestro país ha facilitado que nos despojen de todo y unos cuantos se enriquezcan a nuestras costillas, lo cierto es que es sólo una de las maneras en que lo han hecho y no es, para bien o para mal, la principal.
El neoliberalismo no sólo se aplica mediante la corrupción, su fundamento es el capitalismo y sus principales armas o herramientas son la explotación y el despojo, la privatización de los recursos antes públicos, la mercantilización de lo que antes no era mercancía, la apertura y liberalización del mercado, la precarización del trabajo y las reformas legales que facilitan todo lo anterior.
Lo primero que habría que recordar y tener muy claro es que el neoliberalismo, sus políticas económicas y sociales, son simplemente una cara del capitalismo, un modo en que el capitalismo se ha expandido por el mundo en los últimos 30 años ¿Y qué es el capitalismo?
El capitalismo es un sistema social y un modo de producción de la vida. No se trata de una actitud ni una práctica individual sino de una forma en que los seres humanos nos agrupamos, construimos sociedades y así, en colectivo, producimos nuestra vida y lo necesario para vivir. Al ser un sistema social influye en todo lo que hacemos en nuestra vida diaria, tanto en cómo nos comportamos, en lo que pensamos y creemos.
Este modo de producción no es el único que ha existido, ni el único posible, pero es el que hoy domina en el mundo y tiene una serie de características que lo hacen diferente a otros. Una de las principales es que en el capitalismo todo se convierte en mercancía, es decir, en cosas que se venden y se compran. Lo que vestimos, lo que comemos, nuestra salud, nuestra educación, lo que pensamos o sentimos, lo que hacemos, todo se compra y se vende. Las mercancías son parte constitutiva y fundamental de este sistema por lo que lo prioritario es producirlas y garantizar que se vendan y se compren. En el México postneoliberal de la 4T ¿esto es diferente? ¿O parece que será diferente en los próximos años?
Otra característica del capitalismo es que los medios de producción pertenecen a unos cuantos, son propiedad privada, es decir, los instrumentos de trabajo, las cosas que se necesitan para producir, las máquinas en las que se hacen vestidos y procesan alimentos, las fábricas donde se hace cemento y varilla para la construcción, los grandes equipos para sembrar y cosechar, las máquinas para extraer petróleo y producir la energía eléctrica que usamos, las fábricas para producir autos y camiones, donde se hacen las refacciones del transporte y de otras máquinas, las instalaciones donde se hacen fertilizantes y medicamentos, los bancos y casas financieras que concentran nuestro dinero y lo invierten sin darnos nada, las cadenas de tiendas y centros comerciales con sus sistemas de comunicaciones y transportes, etc., todo eso pertenece a una minoría, sólo unos cuantos son dueños. A esos dueños de los medios de producción es a quienes llamamos capitalistas o burgueses. Varios de ellos fueron parte de la “Mafia del poder” y hoy son miembros del consejo asesor del presidente de la república. ¿En el México postneoliberal de la 4T estos medios de producción serán propiedad de todas y todos? ¿O seguirán en manos de unos cuantos?
En el capitalismo no sólo existen esos pocos que son dueños de casi todo, por otro lado estamos todos los demás, las grandes mayorías que debemos trabajar para vivir. La mayoría de nosotros no tiene medios de producción, con lo que tenemos no podemos producir lo que necesitamos para vivir, y por ello nos vemos obligados a vender lo que sí tenemos, nuestra capacidad para trabajar. Debemos ir a trabajar a la tienda, a la oficina, al comercio, al campo, a la fábrica, a la escuela, al hospital, a la calle a ganar para vivir.
Y en esos centros de trabajo nos explotan, nos hacen trabajar mucho más tiempo del necesario, no les basta con que produzcamos lo necesario para que todos vivamos bien, los empresarios o burgueses nos hacen trabajar más tiempo y en peores condiciones para que produzcamos más y más, no tiene llenadera su afán de ganancias y lucro; siempre que pueden nos quitan vacaciones o nos reducen el salario, nos quitan prestaciones o nos despiden, nos alargan el horario o nos piden “flexibilidad” para trabajar a deshoras. En el capitalismo, nosotros los trabajadores o proletarios somos la mayoría.
¿En el México postneoliberal de la 4T seguirá habiendo una minoría de patrones que no hacen nada y se enriquecen a costa del trabajo de la absoluta mayoría o todos aportaremos con nuestro trabajo para el beneficio de todos?
En el capitalismo, donde todo se vuelve mercancía y donde hay quienes son poseedores y quienes no tenemos más que nuestro trabajo, se desatan una serie de problemas que tienen aspectos positivos y negativos, dos caras. Una de esos problemas fundamentales tiene que ver con que la producción de todo lo que la humanidad necesita para vivir se hace entre todos, entre personas de todo el mundo, se trata de una producción altamente socializada, el conjunto de la humanidad participa de una u otra forma en producir lo que todos necesitamos para vivir. La pluma con la que escribimos, la lata de atún o la fruta que comemos, la playera que vestimos, los medicamentos que tomamos, los zapatos que usamos, los libros que leemos o los celulares que usamos, todo ha sido producido por cientos y quizá miles de personas, de trabajadores y trabajadoras, alrededor del mundo.
Sin embargo, la riqueza que todos producimos se la quedan unos cuantos, los dueños de los medios de producción, los burgueses. Tenemos entonces una apropiación privada de la riqueza que todos producimos: por un lado producción social, entre las mayorías; y por el otro apropiación privada, unos cuantos se quedan con todo y nos dejan migajas. ¿En el México postneoliberal de la 4T seguiremos siendo explotados y tendremos que producir mucho más de lo necesario para vivir para que se lo queden los millonarios burgueses? ¿Lo que entre todos hacemos seguirá siendo para beneficio de una minoría? ¿Tendremos lo que nos corresponde o nos seguirán dando migajas, en forma de becas o tandas? Tomaremos todo, migajas y riquezas. Mañana o más tarde pero lo haremos.