Basta de violencia y control sobre el cuerpo de las mujeres

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Número 30, Año 6, marzo, 2019

Sí, solo por ser mujer una ya está en desventaja ante su homologo varón. Sí, solo por ser pobre una ya está en desventaja ante su congénere rica. De género y clase son las diferencias que operan en el patriarcado capitalista, contra el cual millones de mujeres salieron a manifestarse el pasado 8 de marzo. Mareas verdes y moradas poblaron las calles del mundo. Morado para exigir un alto a la violencia: ¡ni una muerta más! ¡no más desaparecidas!; verde para exigir el derecho de cada mujer a decidir sobre su propio cuerpo: ¡legalización y despenalización del aborto ya!

En todo el mundo se conmemora el 8 de marzo como el “día de la mujer” porque en 1911 más de 120 mujeres fueron asesinadas por manifestarse exigiendo igualdad salarial y mejores condiciones laborales. A más de cien años ¿es posible relacionar las exigencias de aquel momento con las que hoy se abanderan? Desde nuestra perspectiva el control y la violencia que los hombres ejercen sobre las mujeres tiene una función social que permite su explotación, es decir que su razón de ser no es la maldad irracional. Fomentar la generalización del maltrato, desprecio e injerencia sobre el cuerpo de la mujer tiene una utilidad en este sistema: permitir la solvencia y rentabilidad de varios negocios capitalistas. Por lo que opinamos que sí, sí existe un vínculo entre las exigencias de naturaleza “puramente” económica: pedir un salario igual para hombre y mujeres, y exigir un alto a la violencia y el control.

En México es sabido que un gran número de las desaparecidas y muertas están relacionadas con el negocio de la trata de blancas. Aunque es verdad que este no es el único factor que genera la violencia –pues hay estudios que revelan que la mayoría de los violadores y asesinos provienen de círculos cercanos a las víctimas–, el motivo por el cual este tipo de agresiones, a pesar de repetirse una y otra vez, no son atendidas por el Estado como un problema prioritario es que su origen está vinculado a una cultura que deja beneficios materiales a quienes la controlan.

De igual manera, la penalización del aborto es un mecanismo de control sobre el cuerpo de la mujer cuyo origen está vinculado a una tradición milenaria que concibe nuestros vientres como productores de mano de obra. Detrás de argumentos esencialistas que hablan de amor al prójimo y proteger el bienestar de todo ser humano, se oculta en realidad la necesidad de garantizar la permanencia del orden social. ¿Cómo? imposibilitando a través de leyes conservadoras que el avance del conocimiento elimine la ventaja que socialmente supone para los hombre no embarazarse.

La lucha en contra de la violencia y el control sobre nuestros cuerpos es un proceso vivo, que se expande por todo el globo y nos convoca a manifestarnos en diversas geografías. La conquista de nuestros derechos se consigue gracias a la valentía y el esfuerzo sostenido de mujeres organizadas, que se dotan de diversos mecanismos de lucha y levantan diversas banderas todos los días.