[JUNIO 2024]
Nadie con un mínimo de sensibilidad humana estará conforme con la exorbitante violencia que vivimos en México, alrededor de 30 mil personas asesinadas tan sólo en 2023, durante mayo de este 2024 fueron asesinadas 2,657 personas. Estas cifras terribles nos hablan de una espiral de violencia que nos ha llevado desde los más de 14 mil homicidios registrados durante 1990, los casi 26 mil en 2010, hasta los más de 30 mil homicidios que desde 2017 se cometen cada año. Como si eso no fuera suficiente la cantidad de personas desaparecidas llega a más de 114 mil (INEGI, SESNSP, RNPDNO).
Es lugar común escuchar que la responsabilidad de tanta muerte y violencia recae en este o aquel gobernante, en aquel delincuente o en los llamados cárteles del narco, sin embargo, desde aquí insistimos que todos estos actores deben ser analizados no como árboles aislados, sino como componentes de un bosque que les da sentido. Es decir, entender la violencia y el terror social que sobrevivimos pasa por comprender las dinámicas profundas que los explican, sus relaciones con los procesos fundamentales del sistema capitalista: la explotación, el despojo, la represión y la dominación ideológica.
Con las fuentes aquí propuestas queremos entender las relaciones que guardan los llamados cárteles del narco con gobernantes, funcionarios y empresas, con las fuerzas de seguridad estatales y con las propias comunidades que someten; buscamos comprender las dinámicas del proceso de militarización reciente, de la mal llamada guerra contra el narco y de la violencia desatada contra pueblos y comunidades.
En términos generales consideramos que la llamada delincuencia organizada no es otra cosa que una forma que adquiere el capital, se trata de empresas criminales que en lo fundamental operan del mismo modo que las grandes empresas capitalistas: bajo el mando de sectores burgueses y protegidas por el Estado.
Estas empresas criminales , llamadas comúnmente carteles del narco, se organizan persiguiendo un objetivo fundamental: la obtención siempre creciente de ganancias. Para lograr su objetivo acometen procesos de despojo y control territorial, tanto para la producción, distribución y venta de narcóticos y otras mercancías, incluidas muchas de consumo básico, como para la obtención de rentas mediante el cobro de piso y extorsiones de todo tipo. El despojo y el control territorial se desarrollan también mediante la guerra por plazas, rutas de comercio y áreas de influencia, es decir, se trata de la clásica disputa por mercados que tanto promueve el capitalismo.
El control que ejercen abarca uno de los bienes fundamentales dentro del sistema capitalista: la fuerza de trabajo. A lo largo de todo el entramado del narco se explota, directa o indirectamente, fuerza de trabajo que permite, junto a los procesos de despojo, obtener ganancias. Las empresas criminales emplean a miles de personas, y cuando decimos emplean queremos decir explotan y precarizan (cuando no esclavizan), desde campesinos y obreros de la construcción, hasta abogados, ingenieros, contadores, sin olvidar sicarios y fuerzas de seguridad estatales y/o paraestatales.
El sicariato y la consolidación de grupos de seguridad privados a su servicio ofrecen una de las características más visibles, violentas y dolorosas del narco. La cooptación por parte del narco, sea forzosa o no, de miles de jóvenes e infantes a lo largo y ancho del territorio nacional se ha consolidado como una de las opciones de supervivencia y crecimiento social. En este asunto aparece el enorme entramado ideológico, vía series, canciones, novelas, reportajes, películas, etc., que por un lado alerta contra el narco y sus secuelas mientras por el otro promueve el culto a la violencia social, nublando y distorsionado la comprensión real del fenómeno. Buchonas, sicarios y jefes de plaza aparecen como modelos sociales a alcanzar, horizontes accesibles ante la falta de futuro que ofrece el desempleo, la pobreza, la desigualdad, la precariedad y la violencia generalizada.
Los vínculos que existen entre empresas criminales y aquellas propias de la economía legal no son tangenciales o circunstanciales, antes bien se trata de relaciones orgánicas, el dinero sucio permite mover el dinero limpio, la economía ilegal es parte de la economía legal y viceversa, el lavado de dinero, los paraísos fiscales, los grandes gestores de activos y del capital financiero global son expresión de esto. Las empresas criminales no son lo opuesto a las empresas legalmente constituidas, en muchos casos sólo se trata del rostro oculto de la dinámica capitalista despojada de máscaras legales y bloqueos morales, la dinámica del capital llevada a sus últimas consecuencias. Decía Marx que el capital llegó al mundo chorreando sangre, lo continúa haciendo.
El narco no florece ante la ausencia del Estado o cuando este resulta “fallido”, por el contrario, las empresas criminales requieren del Estado para su pleno funcionamiento, de la complicidad de funcionarios de todos los niveles del aparato estatal, políticos, gobernantes, burócratas, jefes policiales y militares, etc. Por ello los afanes de las empresas criminales superan en muchos casos el mero interés mercantil, les importa convertir su poderío económico y comercial en poder político, se trata, en muchos casos, de burgueses que buscan adueñarse de espacios de poder en lo local y regional y lo hacen no sólo mediante la violencia directa contra sus competidores inmediatos, sino también, al estilo de las empresas legales, mediante la incidencia directa o indirecta en las elecciones y gobiernos locales, hostigando a defensores de los derechos humanos y a periodistas, violentando a vecinos organizados, etc. Es el Estado el que con su acción u omisión configura el espacio propio del narco, la frontera entre lo legal y lo ilegal aparece como el terreno donde las empresas criminales despliegan la violencia y el terror social que les permiten asegurar rentas monopólicas y poder político.
La militarización y el militarismo se convierten así en procesos que mientras anuncian el combate al narco, de hecho reconfiguran las relaciones sociales para que estas empresas criminales se desarrollen en un ambiente propicio: el del terror social y la violencia generalizada, la criminalización del consumo, los incentivos para la corrupción, la ausencia de controles democráticos, los obstáculos a la participación protagónica y a la organización popular, etc. En este sentido no debemos olvidar el papel que actualmente juegan las empresas criminales para realizar el trabajo sucio que empresas legales o fuerzas de seguridad estatales no se animan a cumplir: el ataque y la represión selectiva contra quienes defienden su territorio ante el despojo y el extractivismo, contra periodistas comprometidos con su labor, contra defensores de los derechos humanos y los bienes comunes o simplemente contra quienes buscan a sus familiares desaparecidos. Hoy en día, las fuerzas de seguridad del narco actúan como paramilitares, es decir, hacen parte también de las fuerzas represivas del Estado ahí donde es necesario para defender los intereses de los grandes patrones y sus corporaciones capitalistas. La militarización en curso no hace sino potenciar este papel, el ejército se convierte así en el capataz que intenta gestionar a las distintas fuerzas paramilitares y parapoliciales que operan en el territorio nacional.
En síntesis, las empresas criminales contienen los elementos fundamentales de la “empresa capitalista”: dueños que se enriquecen y empleados explotados, discursos y marcos ideológicos que justifican y promueven el compromiso laboral, creación de fuerzas armadas para la protección del negocio, competencia por rutas y mercados, destrucción y apropiación de bienes naturales y públicos, obtención de rentas monopólicas y reinversiones que lo mismo sirven para consolidar la empresa criminal, corromper funcionarios de todos los niveles, que para aceitar la maquinaria de la economía legal en regiones enteras dentro y fuera de las fronteras nacionales.
Por todo lo anterior combatir al narco y las empresas criminales exige combatir la lógica del capital centrada en la explotación, el despojo y las ganancias sin fin para unas minorías cada vez más rapaces. Acabar con la llamada delincuencia organizada y su estela de terror y dolor es no sólo una cuestión de seguridad, también de salud pública, de economía y de economía concentrada, es decir, de política; por ello requiere la organización desde la base, la lucha anticapitalista y la construcción de poder popular.
En este boletín ofrecemos algunas referencias para comenzar a comprender las cifras del dolor, descubrir detrás de ellas a las víctimas, sus historias, sus familias y seres queridos, pero también reconocer las dinámicas sociales, los procesos históricos, políticos y económicos que explican esta realidad. Consideramos que esta tarea, la comprensión del terror, es fundamental para contribuir a la lucha por la paz con justicia y dignidad, a la lucha por encontrarles a todos, a la lucha por la vida.
Guerra y seguridad en el capitalismo contemporáneo
“Es así que hablamos de norteamericanización de la seguridad para referirnos al ciclo (neo) conservador que refunda el capitalismo y en el que la guerra es condición imprescindible para sostenerlo y expandirse. […] Las amenazas se enfrentan desde una concepción de guerra permanente, total y preventiva que descansa en la concepción del enemigo interno y difuso, […] Al reconstruir las bases de esta concepción de seguridad estamos hablando de una estrategia contrainsurgente, como declaran en sus documentos las respectivas instituciones de seguridad estadounidenses: la guerra contra el narcotráfico y el terrorismo es una guerra contrainsurgente, una guerra de cuarta generación. […] De aquí surge otra de las herramientas conceptuales que proponemos: la caracterización de la violencia en México como una situación de guerra, no sólo por la magnitud y formas de la violencia, sino por la construcción de una cultura de guerra que se reproduce en los códigos simbólicos y en las prácticas sociales de intercambio, y que descansa en el miedo.” p. 8-11
Rodríguez Rejas, María José, La norteamericanización de la seguridad en América Latina, Akal, México, 2017.
- Pilar Calveiro, Violencias de Estado. La guerra antiterrorista y la guerra contra el crimen como medios de control global, Siglo XXI, Buenos Aires, 2012. Aquí una reseña.
Militarización, guerra y violencia
“[…] la militarización es en parte la adopción que las instituciones de seguridad civil hacen de las lógicas castrenses de neutralización, entendida como eliminación de objetivos, en vez de buscar la contención y el desescalamiento del conflicto. Ahora bien, este punto de análisis se refiere únicamente a la actuación de los cuerpos de seguridad, por ello es importante agregar que en el proceso de militarización directa que ocurre en México se observa que las fuerzas armadas actúan como policía y que las instituciones de seguridad pública adoptan procesos militares, lo que deriva del cambio normativo en las máximas leyes que regulan el actuar de todos los cuerpos armados del Estado mexicano.” p. 66
Azamar Alonso, Aleida, Disputa por los bienes naturales. Militarización y fuerzas armadas en México, Terracota, UAM, México, 2023. Leer aquí.
- Subcomandante Insurgente Marcos, Apuntes sobre las guerras, intercambio epistolar con Luis Villoro, Enero-Febrero 2011. Aquí el texto.
- Montemayor, Carlos, “Militarización y procesos globales”, La guerrilla recurrente, Debate, México, 2007.
- Barrios, David, La vida entre cercos: militarización social en América Latina en el siglo XXI, CIALC-UNAM, México, 2023. Aquí el texto.
“Tradicionalmente, la militarización ha despertado tres grandes preocupaciones: primero, la relacionada con que el despliegue del Ejército y de la Marina en tareas de seguridad no ha probado ser una política pública efectiva para la disminución de la violencia; segundo, la vinculada con que este despliegue suele ocasionar un aumento cuantitativo y cualitativo de violaciones a derechos humanos; y, tercero, la asociada con que el fortalecimiento del sector castrense puede trastocar la relación cívico-militar, lo que es riesgoso para una democracia incipiente y frágil como la mexicana.[…] Por ello, el presente informe quiere contribuir a la discusión de esta realidad apremiante y a recordar, como lo hicimos antes, que en México urge un proceso de gradual desmilitarización de la vida pública para tornar más eficientes las políticas de seguridad, para reducir las violaciones a derechos humanos y para reconducir la relación cívico-militar en la lógica propia de una democracia que apuesta por la vía civil.” p. 20
Poder militar. La guardia nacional y los riesgos del renovado protagonismo castrense, 2a edición, Centro Prodh, México, 2023. Aquí el informe.
- López Portillo Vargas, Ernesto (coordinador), Militarización en la 4T 2018-2020, Programa de Seguridad Ciudadana de la Universidad Iberoamericana, México, 2020. Aquí el informe.
- Inventario nacional de lo militarizado, (Intersecta, México Unido contra la delincuencia, Programa de Política de Drogas), 2024. Aquí el sitio web y acá el documento.
“La guerra neoliberal está ocurriendo en un momento formalmente democrático, a diferencia de las juntas militares de antaño; por lo cual, como hemos mencionado, desde la dominación se entiende y se promueve como una guerra despolitizada (sin guerrillas, sin comunistas, sin ideología) con un nivel de confusión altísimo, sembrado desde la oficialidad. Quizá la clave más importante de la guerra neoliberal sea el gasto militar y policiaco, que sigue a la alza: la violencia estatal se encuentra en la raíz de las demás violencias desplegadas. Finalmente, el modo de guerra neoliberal es de contrainsurgencia ampliada, un concepto que refiere a la deformación y la confusión de las relaciones entre actores armados, la ampliación de la categoría insurgente, la no-necesidad de insurgentes armados, y el uso de la desaparición forzada y/o el encarcelamiento (dentro de un complejo de violencia que se basa sobre el homicidio despolitizado) como práctica central. […] En las siguientes páginas, en lugar de enfocarnos en carteles y cocaína, escribiremos del terror, del despojo y la acumulación, del territorio, de empresas transnacionales y corredores logísticos, así como de organizaciones autónomas en la búsqueda de personas desaparecidas. “ p.14-15.
Paley, Dawn Marie, Guerra neoliberal. Desaparición y búsqueda en el norte de México, Libertad bajo palabra, México, 2020. Leer aquí.
- TOR, “Desgarrar y fragmentar al pueblo. La estrategia de guerra capitalista”, Revista Palabras Pendientes, No.13, México, 2018. Aquí la revista.
- Fazio, Carlos, Estado de emergencia. De la guerra de Calderón a la guerra de Peña Nieto, Grijalbo, México, 2016. Aquí una reseña.
- Mastrogiovanni, Federico, Ni vivos ni muertos, la desaparición forzada en México como estrategia de terror, Grijalbo, México, 2014. Aquí una reseña del libro y por acá el documental del mismo nombre.
“En la última década, el ombudsman mexicano ha recibido más de 11,000 quejas por presuntas violaciones a los derechos humanos cometidas por militares. ¿Quiénes son esos soldados? ¿Qué pasa y ha pasado en su vida para llegar a ese punto? ¿Cuáles son sus historias? ¿Cómo y para qué han sido entrenados? ¿Cómo, en qué momento, por qué un soldado decide asesinar, torturar, desaparecer? ¿De qué manera lo decide? ¿Qué mecanismos psicológicos activan su decisión? ¿Lo niegan? ¿Se vuelven cínicos? ¿Duermen en calma? ¿Han sentido la necesidad de hablar con las madres, hermanas, novias, hijos de sus víctimas? ¿Han vuelto a ser felices tras matar? Cuando esos soldados mataron, ¿tenían otra opción? Queríamos conocer a los soldados, mano y cuerpo que opera las órdenes del Gobierno en esta guerra interminable. Queríamos conocerlos para tratar de entender, primero, cómo se construye una estructura, una inercia burocrática, capaz de dañar, matar y desaparecer. Y segundo, para comprender cómo estos soldados sin nombre llegan a asumir la vida del otro y decidir sobre ella.”
Rea, Daniela, Pablo Ferri, La tropa. Por qué mata un soldado, Aguilar, México, 2019. El libro aquí y por acá una reseña.
- La Lista (Podcast), Pablo Ferri, Ricardo López Cordero y Melissa Cassab, 2020. Aquí todos los episodios.
Empresas criminales y narcotráfico
“Incontables novelas, películas, canciones, estudios académicos y piezas de arte conceptual reiteran la misma narrativa para atribuir a los supuestos ‘carteles’ toda la responsabilidad de la corrupción y violencia generalizada en México. De ese modo, la narconarrativa permite a la clase política designar un enemigo permanente que justifica la militarización de la sociedad y el estado de excepción que violenta los derechos de la ciudadanía. […] Las instituciones del Estado, en México como en Estados Unidos, utilizan también al ‘narco’ para deslindarse de su participación en el crimen organizado y en las economías clandestinas de ambos países. La violencia es real, pero la explicación oficial dominante es un ardid político, una fantasía redituable que permite a las autoridades ejercer la más cruel violencia en contra de la población, pero siempre legitimada por la reciclable trama de la ‘guerra contra el narco’”. p.22
Zavala, Oswaldo, La guerra en las palabras. Una historia intelectual del narco en México (1975-2020), Debate, México, 2022. Aquí una reseña y por acá el libro.
- Paley, Dawn Marie, Capitalismo antidrogas. Una guerra contra el pueblo, Sociedad Comunitaria de Estudios Estratégicos y Libertad bajo palabra, México, 2018. Aquí el libro y por acá una entrevista a la autora.
- Ceceña, Ana Esther, La guerra contra el narco como política de reordenamiento social, Abril 2022. Aquí el texto.
- Schmidt Samuel y Carlos Spector, Crimen autorizado. La estrecha relación entre el Estado y el crimen, México, Debate, 2020. Aquí un texto de los mismos autores donde abordan la tesis fundamental del libro.
- Astorga, Luis, Seguridad, traficantes y militares: el poder y la sombra, Tusquets, México, 2007. Aquí una reseña.
- Atuesta, Laura, “Análisis del crimen organizado en México: Fragmentación, diversificación y comunicación”, Aldo F. Ponce (editor), Huellas de la guerra. Los costos sociales de la violencia criminal en México, CIDE, México, 2022. Aquí el libro.
Luchas por la verdad, la justicia y la memoria
“Analizamos estos proyectos mexicanos de activismo de la memoria en una fase dinámica, naciente, lo que significa que cuestiones como el modo en que los esfuerzos del New’s Divine, el Comité 68 y la Asociación Unidos por los Desaparecidos en Baja California contribuirán a resignificar las distintas formas de violencia en el país y crear marcos alternativos para responder a ella, están lejos de responderse. Es evidente en todos estos proyectos que el trabajo conmemorativo no sólo tiene que ver con una política de la memoria —es decir, quién puede contar la historia sobre el pasado— sino, de manera más importante, con la temporalidad. Los activistas descritos en este trabajo no sólo descartan nociones prematuras de cierre de ciclos y expanden el horizonte que empleamos para entender distintos tipos de violencia histórica, estructural o del crimen organizado, sino que también nos recuerdan que su intervención es urgente y sin duda “presentista”: quieren hacer presentes las múltiples condiciones de violencia, tanto en un sentido espacial como temporal, y responder a ellas con las víctimas del pasado, del presente y del futuro en mente.” p. 102-103
Alexandra Délano Alonso, Bejamin Nienass, Alicia de los Ríos Merino, María De Vecchi Gerli (editores), Las luchas por la memoria contra las violencias en México, Colmex, México, 2023. Aquí el libro.
- Suaste Cherizola, Jesús, El país del dolor. Historia del Movimiento por la paz con justicia y dignidad, Ediciones Proceso , México, 2017.
- Nos llaman las locas de las palas. El papel de las mujeres en la búsqueda de sus familiares desaparecidos, Centro Prodh, México, 2020. Aquí el documento.
- Rea, Daniela, Nadie les pidió perdón: historias de impunidad y resistencia, Ediciones Urano, México, 2015. Aquí una reseña.
- Experiencias para la memoria, 2022. Aquí el sitio web del proyecto.