¿La lucha de los trabajadores debe tener el visto bueno del presidente?

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Número 29, Año 6, febrero, 2019

Apenas inicia el segundo mes del año y cuatro sindicatos de trabajadores se han declarado en huelga: el Sindicato de Jornaleros y Obreros Industriales de la Industria Maquiladora en Matamoros (SJOIMM) Tamaulipas, la sección 18 de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) en Michoacán, el Sindicato Independiente de Trabajadores de la Universidad Autónoma Metropolitana (SITUAM) en la Ciudad de México y el Sindicato de Trabajadores y Empleados de la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca (STEUABJO). Pero ¿A qué se debe ésta sincronía? ¿Será que hay una conspiración en contra del nuevo gobierno?

Como es habitual, los trabajadores exigen aumento salarial. Sí, resulta que hay que sostener la lucha por un salario digno, no basta con haber ganado batallas en el pasado cuando el capitalismo va ganando la guerra. Tan es así, que la organización de los trabajadores aún se atiene a pedir que su porcentaje de explotación disminuya y no a detenerla. Ahora bien, como esta lucha por el incremento de la paga es cíclica, los trabajadores organizados en sindicatos tienen calendarizadas fechas en las que se negocian anualmente sus demandas. El inicio de año, cuando se ajusta el salario mínimo y se comienza un nuevo periodo, suele traer a colación temas pendientes como quincenas que no se han pagado o violaciones a los contratos que no han sido resueltas.

De tal suerte que la sincronía de las huelgas se debe a las prácticas compartidas de quienes ostentan el poder, que explotan a los trabajadores y dan largas a sus demandas hasta hacer que la situación sea insostenible, por lo que estos deban organizarse para luchar por sus derechos. No, lamentablemente aun no estamos presenciando la articulación de los trabajadores para derrocar al Estado. Sin embargo esto no quiere decir que los trabajadores que protestan no sean de izquierda ¿por qué entonces existen sectores que han comenzado a poner esto en duda? ¿Será que pertenecen a una izquierda radical que solo ve como verdadera izquierda a quienes ya luchan por derrocar al Estado? Pues no, resulta que tampoco es éste el caso.

Quien ha comenzado a cuestionar la legitimidad de las demandas de los trabajadores y a tacharlos de conservadores y manipuladores es Andrés Manuel López Obrador, que ha optado por asumir el rol de benefactor benevolente del que los sindicatos se aprovechan. Así, quiere hacernos tomar por bondad y buena voluntad sus amenazas veladas. Dice Andrés Manuel que él no va a reprimir, pero que tampoco lo podrán chantajear y manipular porque tiene legitimidad y, que de hecho, esos que le dificultan la gestión son en realidad conservadores que se envisten de falsa izquierda.

El gobierno de Obrador pretende ostentar su victoria electoral como legitimidad y ésta en detrimento de la clase obrera organizada. Pero ningún trabajador y ninguna organización de izquierda le debe obediencia a un gobierno que utiliza las esperanzas que el pueblo pauperizado ha depositado en su gestión para volcar la opinión pública en su contra. Resulta que quien chantajea y manipula, es conservador y de falsa izquierda es el gobierno que hoy dirige al Estado Mexicano y no el pueblo organizado en las estructuras laborales que ha heredado.