Número 26, Año 5, junio – julio, 2018
Detener la expropiación de las tierras que serían usadas para la construcción del aeropuerto no fue suficiente para acabar con la ira y la ambición de las élites dominantes, quienes se aseguraron de mantener sus objetivos a más largo plazo. La estrategia para atacar y debilitar a los pobladores organizados les ha costado tiempo, dinero y también poner en entredicho la reputación de algunos de sus operadores políticos, pero nada de ello puede compararse con los beneficios de los que se servirán al finalizar la obra y es por eso que no escatimarán en la estrategia para conseguir lo que desean.
Baste recordar el año de 2006 en el que ahora conocemos como Mayo Rojo. Con el pretexto de devolver el estado de derecho, se ordenó la incursión de más de tres mil elementos policíacos armados de los distintos niveles de gobierno para reprimir de la manera más brutal a quienes se habían movilizado. Los asesinatos de Alexis Benhumea y Javier Cortés, 207 detenciones (de las cuales, 12 se prolongaron hasta junio de 2010), más de 50 mujeres violentadas sexualmente y cientos de heridos fueron el resultado de esa ofensiva. Ese ataque, ordenado por Enrique Peña Nieto en su cargo de gobernador del Estado de México no fue más que venganza sobre lo pasado y amenaza de lo que puede suceder al pueblo que se organiza para defender sus derechos.
A pesar de los daños inferidos, de la cárcel y las humillaciones perpetradas, la lucha del Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra (FPDT) se sostiene. Por más que se empeñen en decir que el proyecto del NAICM es económicamente estratégico para la nación, por más que se empeñen en lavarle la cara al proyecto argumentando la modernidad, el renombre arquitectónico y la gran capacidad que tendrá, los compañeros saben que el proyecto no beneficia a la nación y su construcción va en contrasentido a los intereses de las mayorías.
La construcción del aeropuerto beneficia principalmente a los magnates príistas del Estado de México quienes desde hace años vienen comprando tierras baratas para posteriormente hacer sus inversiones en la zona. Beneficia también al conjunto de capitalistas, especialmente al señor Carlos Slim y allegados, que han apostado por su construcción y para quienes poco o nada vale algo más que su capital; y por supuesto al conjunto de políticos que se beneficia de los privilegios y prebendas de servir a los dueños del dinero. El único motivo para justificar la construcción del NAICM en ese lugar es pues, la ambición de quienes así quieren hacerlo.
Por el contrario, la lucha contra la consecución del proyecto de los pobladores de la zona, de quienes vivirán diariamente los perjuicios sin gozar los beneficios no se circunscribe únicamente al beneficio personal. En todos estos años de lucha El FDPDT se ha demostrado, junto con investigadores y científicos, que la oposición al proyecto no defiende únicamente su interés. Conservar el lago de Texcoco y los cuerpos de agua de sus alrededores nos vale más que construir un bonito aeropuerto. Al desecar los cuerpos de agua donde se construirá el aeropuerto se elimina el hábitat natural para al menos 250 especies de aves que no podrán encontrar otro espacio para vivir o descansar mientras migran hacia sus destinos con las negativas consecuencias que en otros ecosistemas pueda traer esa transformación. Los pueblos originarios nos han enseñado que conservar y proteger otras especies animales es de muchos modos conservar y proteger nuestra vida también.
El Lago de Texcoco constituye, además, uno de los principales espacios de captación de agua y recarga de los mantos acuíferos para toda la zona metropolitana. Es un espacio donde el agua queda atrapada y poco a poco se filtra para llegar, limpia, al subsuelo. ¿Qué cree usted que pasa cuando cerramos sin ton ni son los espacios por donde el agua puede llegar al subsuelo? ¿Vive usted en el área metropolitana? ¿Alguna vez se ha inundado el lugar donde vive? ¿Alguna vez ha llegado tarde a casa porque los caminos se anegaron? ¿Alguna vez sufre la falta de agua? No parece obvio, pero todos estos son motivos para pensar en el Lago de Texcoco, en conocer la gran cantidad de beneficios ambientales que gratuitamente nos ofrece, en salir del egoísmo cotidiano y abrir los ojos para ver que cuando los pueblos defienden su territorio, defienden su vida y la nuestra.
En estos días, la burguesía, en sintonía con su política de guerra y discriminación que se expresó en la exclusión de Marichuy del proceso electoral, pretende negar a quien realmente defiende la vida frente a su guerra. En sus medios de comunicación exponen sus desacuerdos en torno a la construcción del aeropuerto, pero tienen un claro acuerdo en invisibilizar la lucha por el territorio, en la exclusión de los pueblos de la política gubernamental, en no dejar precedentes de la validez de argumentos culturales, comunitarios, históricos o ambientales. ¿Qué candidato ha escuchado a los pueblos? ¿quién les ofrece los micrófonos? ¿quién recuerda sus muertos? ¿quién contempla su trabajo, su historia y su lucha? Sus interlocutores reales son los empresarios. Para ellos es un problema de inversión y rentabilidad, de repartición de ganancias. En sus presupuestos no caben más que cuentas monetarias, recursos públicos y privados.
El pueblo de Atenco sabe que no es cuestión de dinero, no es cuestión de quien paga la inversión, sino de quién pagará las consecuencias que no pueden ponerse en signos de pesos. Lo compañeros saben, así lo expresa su congruente lucha, que la solución no vendrá de arriba, que la solución está en la organización y la resistencia. A eso nos convocan mientras defienden su vida, la nuestra.