Movimiento estudiantil chileno, una demanda por la educación

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Número 23, Año 4, agosto – septiembre, 2017

En esta ocasión queremos dedicar algunas líneas al movimiento estudiantil en Chile. Para ello consideramos fundamental comenzar recordando que el pueblo chileno sufrió una dictadura durante décadas, de 1973 a 1990. Este fue un periodo de represión muy dura, donde a pesar de la resistencia y la lucha popular, la dictadura encabezada por Pinochet logró imponer una serie de reformas neoliberales, muy similares a las que se están imponiendo hoy en México. De entre esta reformas hoy destacamos la reforma educativa que se aplicó en aquel país través de la Ley Orgánica Constitucional de Enseñanza (LOCE), instaurando un sistema de educación que redujo al mínimo la intervención del Estado, abriendo paso a las instituciones privadas, que operan casi sin regulación.

Este modelo de educación (que de Chile se propagó a otra regiones) se caracteriza por una dinámica mercantilista de libre competencia donde las instituciones supuestamente compiten por los alumnos. Lo que se oferta es educación y quién tenga para pagar podrá gozar de una buena educación, los que no, no; en esta dinámica entran escuelas públicas, privadas y mixtas (estas últimas financiadas en parte por el Estado y en parte por los estudiantes). Lo anterior, produce altísimos niveles de segregación en las escuelas, concentrado a los estudiantes de clases altas en las escuelas privadas y a los de las clases bajas en las públicas. Además, mucha familias se ven obligadas a pedir créditos y adquirir deudas impagable cuestión que genera un inmenso mercado alrededor de la educación, de modo que se condiciona el derecho a la educación al poder adquisitivo de la población.

En el 2000 se comienza a articular el movimiento estudiantil rescatando algunas demandas históricas del movimiento que en los ochenta luchaba contra la dictadura. Ya en 2006 iniciós un periodo de movilizaciones muy importante. Los pingüinos (como se conoce a los estudiantes de nivel medio superior por su uniforme) organizados principalmente alrededor de la ACES (Asociación Coordinadora de Estudiantes Secundarios) lograron movilizaciones de hasta 100,000 estudiantes de hasta 100 escuelas diferentes. El movimiento estudiantil chileno exploró muchísimas formas para acercarse a la población general, hicieron pláticas, marchas, teatro, huelgas, huelgas de hambre, incluso paros a nivel nacional y otras formas de acción que lograron conseguir el apoyo de algunos sectores de la población, que se solidarizaron con ellos acercándose a las marchas y haciendo cacerolazos.

Las demandas del movimiento fueron evolucionando junto con los compañeros estudiantes que en la organización y la reflexión comenzaron a cuestionar cada vez más el sistema educativo. En un principio durante las movilizaciones del 2006 se exigía transporte gratuito y la eliminación de cuotas para el examen de ingreso a las universidades, pero en el transcurso de las movilizaciones y las protestas los estudiantes generaron nuevas demandas: ¡Educación pública y gratuita!

En 2011 sucedió un nuevo periodo de movilización que inició en algunas universidades. Los estudiantes organizados en la CONFECH (Confederación de Estudiantes de Chile) enarbolaban demandas que giraban en torno a la lucha por recursos, para la educación pública y el acceso gratuito a la universidad para estudiantes de la clase media y baja. Sin embargo, sucedió lo mismo que en 2006, la movilización y la organización generaron un proceso que permitió la evolución de las demandas del movimiento, unificándose en una demanda integral: educación pública y gratuita para todos, desde el nivel básico hasta el superior. Estas demandas estuvieron acompañadas de un cuestionamiento y una crítica profunda al sistema educativo chileno y al lucro de las instituciones educativas.

Frente a las movilizaciones el gobierno mantuvo diferentes posturas, incluso llegó a conceder algunas migajas de las demandas al movimiento, sin embargo, conforme las demandas y la conciencia del movimiento avanzó el gobierno cerró filas y no cejó la represión. A pesar del costo político que esto tuvo para el gobierno, éste se mantuvo siempre en representación de los intereses de quienes se benefician con el mercado de la educación, desde los dueños de las empresas educativas hasta los bancos, dueños de los créditos y de las deudas de las familias.

Es importante rescatar la experiencia del movimiento estudiantil chileno, el proceso de construcción y afinamiento de sus demandas y los logros que a base de lucha ha alcanzado. Es importante, también, que reconozcamos las similitudes que existen en los procesos de ambos países (Chile y México) porque esto nos ayuda a situar bien al enemigo, que es común y que, a pesar de las diferencias históricas entre nuestros países, actúa de forma similar y con objetivos casi idénticos. Las movilizaciones de 2006 y 2011 son un ejemplo del alcance que puede tener el estudiantado y de cómo organizados y unidos podemos empezar a luchar juntos por lo que es para todos un derecho,

¡EDUCACIÓN PÚBLICA Y GRATUITA!