Recuperamos un texto de hace dos años, para no olvidar que sea lo que sea que hagamos con nuestro voto, la mayoría de nosotros ni somos gerentes ni grandes patrones, somos trabajadorxs y habrá que seguir luchando por nuestros derechos gane quien gane el 2 de junio.
El gran patrón (burgués se llama)
Imagina que eres un gran patrón, tienes tus empresas porque te has esforzado mucho, eso te dices, eres innovador y sabes correr riesgos, también eres agradecido con la familia y sus herencias, pero sobre todo estás bien orgulloso de tu negocio. A diario te recuerdas que todo lo que tienes es resultado de tu esfuerzo, quizás a fuerza de repetirlo se convierta en verdad.
No eres tonto, has visto como la competencia termina perdiendo, la mayoría porque no tiene la capacidad de inversión o los conectes que tú, osea eres más chingón y que se jodan. Otros han quebrado porque se la pasaron cargando la mano a sus empleados, o porque el gerente que contrataron resultó bien tranza y de cada 10 que entraban a la cuenta se clavaba 5 y pues eso no es negocio, otros nomás quebraron por pend3j@$, por andar tirando las ganancias en lujos y tú bien sabes que el dinero es importante pero no pa’ gastar en lujos sino pa’ mantener el poder y tener más y más dinero, así es el negocio y lo sabes, eso de andar exhibiéndose es de nuevo rico y tú tienes clase.
Y como sabes y te dices todo el tiempo no eres tonto así que buscas quien ponga orden en la empresa, hay que buscarse un buen gerente, un administrador eficiente, honesto y que se ponga la camiseta. Por ahí hay uno que está medio feito, tiene sus modos, no viene de la escuela correcta pero tiene buenas ofertas.
Este buen gerente comienza su chamba y no parece nada mal. Te permite ahorrar bastante en gastos inútiles, es muy honesto y austero, el dinero llega completo a tus bolsillos como debe ser. Lo mejor de todo es que este gerente se lleva muy bien con la mayoría de tus empleados, les dice que si se ponen la camiseta les irá bien, que si le va bien a la empresa les va bien a todos. Tú no eres tonto, te repites a diario, y sabes que mientras le chinguen y tengas tu ganancia asegurada no hay ningún problema. Ya cuando la crisis ponga en duda tus ganancias pues se hará lo que se deba hacer, lo que siempre se ha hecho, que paguen ellos y no tú.
Eso de la austeridad te suena muy bien, puede que te convenga. Entre menos dinero destines de tu bolsillo mucho mejor. Allá el gerente que vea de donde saca pa’ mantener contentos a tus empleados. De vez en cuando puedes dar algún bono extra o apoyar en alguna de las rifas que organiza el gerente, sabes que al final eso te conviene. Sabes que el salario del gerente sale del mismo bolso que el salario de tus empleados, el fondo salarial es esa bolsita y allá que se hagan bola como se la reparten. A ti, como gran patrón, nada tonto, te importa que no toquen tus ganancias.
El buen gerente
A los dueños del dinero obviamente no les agrada mucho AMLO, ellos desde luego preferirían alguien más cercano, más suyo, alguien que compartiera sus gustos y disgustos, que fuera egresado de alguna de sus escuelas y que «tuviera mundo» como ellos, que tuviera «clase», es decir, que gritoneara menos y se inclinara más…
Pero también saben que los negocios son negocios y las fobias y filias pasan a segundo término en esto de ganar dinero, y por lo mismo llegaron a la conclusión de que aunque no les guste y aunque hubieran preferido un tipo gris como Meade o un cínico como Anaya, aún así AMLO era el mejor gerente que podían elegir, uno que mantuviera amarrado al tigre (Amlo dixit), un gerente que no tiene más ambiciones que administrar bien la empresa, que no va a robarse las ganancias del patrón y se va a desmañanar todos los días para que la empresa funcione bien, y una empresa que funciona bien, nos dicen siempre, es la que sigue enriqueciendo al dueño (no, no hablamos de nuestras tienditas y pequeñas empresas, ahí apenas sale para comer, nuestro salario y pagar la renta del local, no nos hagamos).
AMLO es ese gerente que se pone la camiseta y que cree firmemente en su labor. Claro, ese mismo gerente debe asegurar que l@s trabajador@s lleguen temprano y se vayan tarde si es necesario, debe entregar buenas cuentas cada mes. Este gerente disfruta sentir que el curso del negocio depende de él, aunque todos sabemos que es prescindible, que este año o el que viene lo cambian y ya.
Mientras ese gerente se entrega a la causa, busca con ahínco lograr su meta, y no nos conviene olvidarlo, la meta es que el patrón, el dueño, gane más hoy de lo que ganó ayer, y claro, también el gerente tiene entre sus tareas saber como funciona mejor el negocio, debe evitar que los juniors y mirreyes hijos del patrón se gasten todo a lo bruto, también a veces debe recordarle al dueño que es mejor ser bueno y dar algún regalo de fin de año a l@s trabajador@s, así estos serán más productivos, más eficientes.
Una tarea no siempre grata de algunos gerentes es recordarle al patrón que un buen negocio hace historia y que no vale la pena echar todas las apuestas hoy. Algunos dueños-patrones sobre todo los que van empezando o se sienten amenazados por peces más gordos suelen ser más codiciosos, y esa codicia a veces pone en riesgo el negocio, un mal contrato hecho de forma apresurada, una inversión muy arriesgada, jugar con fuego no vale la pena, es mejor asegurar el futuro del negocio. Plantarle cara al dueño y recordarle esto es una de esas tareas que todo buen gerente debe asumir, algunos de tan lambiscones no logran ejecutarla con éxito.
Lograr un negocio eficiente es el desvelo del buen gerente. Y la eficiencia aquí es clara: que el dueño siga ganando y ninguna protesta de sus empleados le arruine el desayuno.
Con todas las diferencias que arriba tienen, los dueños del dinero tuvieron que ponerse de acuerdo. Y aunque algunos pataleen (Claudio X y secuaces), hay dueños del dinero más sensatos o mejor dicho más duchos para el «bisness» y ellos se han impuesto (Slim y sus secuaces), nos dicen: hoy AMLO es el indicado para la gerencia, mañana ya veremos.
Lxs trabajadorxs somos más
Mientras, acá abajo algunos empleados sabemos que aunque al inicio puede ser difícil, la empresa produce y funciona sin necesidad de dueños. Que «la inversión» no viene de otro lugar sino de lo que a otros antes que a nosotros no se les pagó. Sabemos que a veces conviene llevarse bien con el gerente, no siempre nomás a veces, que no debemos olvidar que él está allá y nosotros acá, y que al final él decidió poner su suerte con la del patrón y nosotros sabemos que nuestra suerte está con l@s nuestr@s. Sabemos que la riqueza que producimos debe ser nuestra y no del patrón y sus gerentes. Sabemos que nuestras empresas son para asegurar lo que necesitamos pa’ vivir, no para enriquecernos hasta la obscenidad sino para vivir dignamente. Sabemos que queremos transformar las cosas de raíz y vivir sin patrones, dueños, ni gerentes. Podemos hacerlo, tarde o temprano pero lo haremos.
-Oiga, la austeridad no me hará daño así?
-Así cómo?
-Así, sin distribución radical de la riqueza y de los medios de producción de esa riqueza.