* Texto de presentación del Foro José Revueltas en Ciudad Universitaria-UNAM, 2016, recuperado hoy a propósito del 45 aniversario luctuoso de José Revueltas.
“Que nadie pretenda llamarse a engaño. No estudiamos con el propósito de acumular conocimientos estáticos y sin contenido humano. Nuestra causa como estudiantes es la del conocimiento militante, el conocimiento crítico, que impugna, contradice, controvierte, refuta y transforma, revoluciona la realidad social, política, cultural, científica. No se engañen las clases dominantes: ¡Somos una revolución, esa es nuestra bandera!”[1]
¿Por qué nombrar José Revueltas a este espacio?
Por su trabajo como escritor, porque aunque en otros esté presente ese retrato sombrío y abigarrado de los dolores sociales, es en Revueltas donde este adquiere matices esperanzadores, porque en él ese lado moridor de la realidad se vuelve motor de cambio. Porque no es ni con mucho el mejor escritor pero en Dios en la tierra, en El luto humano, en El apando, en sus muros de agua nos seguimos viendo, en Los errores y Los días terrenales seguimos encontrando los retos a vencer.
Porque su quehacer cultural abarcó géneros y formatos, pero siempre atento a los sufrimientos del cuerpo. Porque desde el cine y el periodismo, el ensayo y el cuento supo hacerle frente al poder, desde ahí, pero no sólo.
Por su carácter de intelectual crítico del sistema político mexicano, por su caracterización de la democracia bárbara que aún hoy sobrevivimos[2]. Por su análisis del desarrollo de la conciencia de las clases sociales en pugna en el conflicto armado de 1910.[3] Por haber sacado de ese análisis la necesidad de organizarnos. Por haber rescatado a Zapata y a Magón de las manos del poder y ponerlos, como es su lugar, de este lado.[4]
Por su participación al lado de las luchas obreras, estudiantiles y populares. Por su militancia comunista, por su crítica marxista, por estar al lado de los estudiantes sesentayocheros cuando intelectuales y artistas los abandonaron. Porque sus reflexiones abrieron nuevas vías para la lucha en la universidad, construyeron autogobiernos y poder estudiantil.
Por su mirada crítica y militante del socialismo, de los esfuerzos y contradicciones de su construcción. Por su vocación y solidaridad internacionalista que lo llevó a la isla de Martí, que le permitió reconocerse en Mariátegui, discutir con Neruda.[5]
Por sus aportes teóricos al pensamiento marxista, al pensamiento crítico. Porque tuvo la capacidad para abrirse al mundo y discutir tempranamente con el joven Marx, con Kosik y Sartre, sin olvidar a Lenin.[6] Porque comprendió y promulgó que conocer es, o debe ser, transformar.
Por sus tesis sobre la organización de la conciencia y la conciencia organizada, sobre el partido de la clase obrera y su liberación urgente y necesaria, sobre la independencia política, sobre la democracia cognoscitiva y la autogestión académica y social.[7] Porque en todas estas reflexiones está presente el análisis de la realidad y no sólo su sufrimiento, se encuentra el llamado a pensar, organizarnos y actuar, a crecernos colectivamente y desde ahí construir; porque en su obra no está, como han querido ver, la resignación del individuo frente a las sinrazones de la vida, por el contrario está el llamado urgente a conocer y transformar esa vida que vivimos y morimos. En suma por haber pensado y actuado, como él decía, por, para y con la clase; por, para y con los que luchamos la vida.
Porque hoy se le hacen homenajes y mesas, porque esos homenajes y mesas los organizan los herederos de quienes antes lo aislaron y encarcelaron, porque hoy se le quiere encerrar y aislar también. Aislar en su quehacer cultural y artístico, mismo que pretenden ascético y puro. Porque la facultad de Filosofía y Letras desde dónde escribió y compartió la lucha con los estudiantes mantiene hoy autoridades fieles al priismo que Revueltas tanto combatió, porque hoy la Facultad de Arquitectura que tiene entre sus muros un taller que lleva su nombre, merece saber que Revueltas no fue, ni por mucho, arquitecto, pero que también su quehacer debe servir para edificar y embellecer las estructuras de lo humano, de lo social.
Hoy nombramos José Revueltas a este espacio simple y sencillamente por todo lo anterior, porque nombrándolo nombramos la lucha y el compromiso, porque nombrándolo tomamos la bandera que nos legaron él y otros: la revolución.
[1] José Revueltas, “Nuestra bandera”, Comité de Lucha de la Facultad de Filosofía y Letras, Ciudad Universitaria, 26 de agosto de 1968, en México 68: juventud y revolución, Ediciones Era, México, 1978. [2] “[…] en su negación relativa del porfirismo, conserva, no obstante, la relación positiva con la que el propio porfirismo mantuvo su sistema de dominación: la dictadura. Así, no opone al México bárbaro de Porfirio Díaz, la democracia real, racional e histórica, sino la democracia bárbara que impera en nuestro país desde que fue promulgada la Constitución de Querétaro.” Revueltas, Prologo a la segunda edición de México: una democracia bárbara, ensayo publicado por primera vez en 1958. [3] Revueltas, Ensayo sobre un proletariado sin cabeza, Ediciones Era, México, 1982. [4] “Comprendía pues Flores Magón que la lucha por el puro restablecimiento de las libertades democráticas (la vigencia de la constitución de 1857) no era la demanda proletaria que la clase obrera debía exigir de la revolución y que para no seguir ‘siendo tan esclavos como hoy’ los obreros debieran pelear, junto a la libertad política, por la ‘libertad económica’.” Ensayo sobre un proletariado…
[5] José Manuel Mateo, Tiempo de Revueltas tres: un mundo “en sufrimiento”. [José Revueltas y Pablo Neruda], UNAM, México, 2018.
[6] Sobre el diálogo teórico con Lenin ver sus Escritos Políticos, editados en tres tomos por Era. Sobre Kosik, Sartre y el joven Marx, ver su Dialéctica de la conciencia, publicada también por Editorial Era.
[7] Vid. México 68: juventud y revolución, Editorial Era, México, 1978