ENERO 2021 | PALABRAS PENDIENTES Nº 14 | CIENCIA, CAPITALISMO Y REVOLUCIÓN
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Palabras clave:
Cuba, covid-19, Coronavirus, pandemia, revolución cubana, industria biotecnológica cubana, vacunas.

La pandemia mundial de Covid19 ha exhibido las diversas y profundas dimensiones de la crisis capitalista actual. Problemas económicos, sociales, culturales y medioambientales se agudizan ante la presencia del nuevo coronavirus y la incapacidad del sistema capitalista para ofrecer soluciones reales.

En Cuba, desde enero el gobierno había delineado el Plan para la Prevención y Control del Coronavirus, como parte de éste en febrero se formaron las instancias y centros de coordinación institucional para enfrentar la amenaza. El nuevo coronavirus y la covid19 llegaron a la isla en marzo (Díaz-Canel, Bermúdez & Núñez, Jover, 2020).

Plan para la Prevención y Control del Coronavirus, como parte de éste en febrero se formaron las instancias y centros de coordinación institucional para enfrentar la amenaza. El nuevo coronavirus y la covid19 llegaron a la isla en marzo (Díaz-Canel, Bermúdez & Núñez, Jover, 2020).

La estrategia que ha seguido Cuba[1] para hacer frente a la Covid19 se ha basado en al menos dos fortalezas de la sociedad cubana; por un lado, un sistema de salud público y universal de fuerte presencia local, y por el otro, las capacidades científicas y tecnológicas desarrolladas tras el triunfo revolucionario. Ambos elementos son fruto del proceso de construcción socialista que el pueblo cubano ha emprendido desde 1959.[2]

En las siguientes líneas mostraremos, primero, de forma sucinta la situación del sistema de salud cubano, y en segundo lugar, delinearemos el desarrollo de la ciencia en la mayor de las Antillas; de este modo buscamos abonar a la comprensión del papel que el quehacer científico puede jugar en beneficio de la salud de los pueblos, y en general su función en la construcción de una sociedad justa, que ponga en el centro a la vida, al ser humano, sus pueblos y comunidades, y no al capital, la explotación, el despojo y las ganancias.

I.

Cuba dedica más de una cuarta parte de su presupuesto a los gastos de salud y asistencia social, el 27.5%, lo que representa el 11.1% del PIB, mientras que Brasil y México gastan el 8.3 y el 6.3% del PIB respectivamente; en el mismo sentido, el gasto en salud por habitante en Cuba es de 2.4 dólares, mientras que Brasil gasta 1.3 y México 1.1 dólares (OMS, 2020), lo que sitúa el gasto de Cuba en salud por encima de la mayoría de los países latinoamericanos y a la altura de los llamados países desarrollados.

Una de las fortalezas del sistema de salud cubano es la atención primaria en salud[3], mediante la cual la salud se concreta como un derecho universal, vinculado a la población en cada localidad. Anclados a los barrios y comunidades se encuentran los médicos de la familia que realizan más del 80% de las consultas y los 449 policlínicos, aparte de una red de 150 hospitales. El sistema de salud cuenta además con 12 institutos de investigación, 680 bibliotecas especializadas en medicina, más de 150 hogares de ancianos, cerca de 300 casas del abuelo y 30 centros médicos psicopedagógicos (MINSAP, 2020).

En esta red trabaja el 6.6% de la población en edad laboral, lo que representa una tasa de más de 8 médicos por cada mil habitantes, superior a la gran mayoría de los países, por ejemplo, Italia tiene alrededor de 4, México cerca de 3 y Brasil poco más de 2 (Banco Mundial, 2020).

Este sistema de salud permite mantener una esperanza de vida de 81 años para las mujeres y 77 para los hombres, comparable a la que tiene Alemania de 83 y 79 años, mientras en México la esperanza de vida es de 79 y 74 años respectivamente. Por otro lado, la tasa de mortalidad infantil en Cuba es de 5 menores de un año por cada mil nacidos vivos, mientras que en Brasil es de 13 y en México de 11 (OMS, 2020; Banco Mundial, 2020b).

Los logros cubanos en salud prácticamente nadie los pone en duda, se necesita mucha ceguera ideológica para ello.

II.

Hasta antes de la Revolución cubana el quehacer científico en la Isla tenía las características propias de un país dependiente y periférico. Éste era mínimo y sus avances dependían más del esfuerzo individual que de un sistema que los promoviera.

La estructura social neocolonial determinaba las debilidades de la producción científica. Un país en el que predominaba la propiedad latifundista de la tierra y su explotación extensiva, la industria nacional estaba enfocada al mercado externo y los grandes latifundistas azucareros mantenían sus ganancias a costa de la explotación de los campesinos sin tierra y los trabajadores de los ingenios, al mismo tiempo que se beneficiaban de su subordinación a las grandes corporaciones estadounidenses. En esta realidad no había espacio para la producción ni promoción de la ciencia. No interesaba en tanto abundaban las condiciones materiales, tierra y mano de obra, para que las ganancias siguieran fluyendo desde la Isla hacia los EE. UU. (Pierre-Charles, 2003).

Con el triunfo revolucionario dirigido por el movimiento 26 de julio comenzó una etapa de cambios sociales sin precedentes. Una de las primeras medidas tomadas por el naciente Estado revolucionario fue la reforma agraria y con ella la creación del INRA (Instituto Nacional de la Reforma Agraria)[4]. Con esta reforma la tierra en su inmensa mayoría pasó de manos de las empresas privadas nacionales y extranjeras, norteamericanas principalmente, a manos de los campesinos y trabajadores agrícolas.[5]

A la reforma agraria siguieron una serie de nacionalizaciones, socializaciones y expropiaciones de empresas privadas. Todo ello bajo los ataques de las viejas clases dominantes que no se resignaban a perder. La historia de embates militares y paramilitares, agresiones biológicas, intentos de magnicidio y ataques terroristas orquestados desde los EE. UU. es amplia, y se mantiene hoy con el bloqueo económico, comercial y financiero que provoca tantas pérdidas al pueblo cubano.[6]

Con el triunfo revolucionario se desplegó un reordenamiento total de la estructura productiva nacional. La propiedad de la tierra, el principal medio de producción dejó de ser un bien privado para transformarse en un bien público y social. El proceso posterior ha sido complejo, las transformaciones no se han detenido, la creación de empresas estatales en la producción agrícola cedió su lugar a la proliferación de las cooperativas, primero agrícolas y ahora en los diversos sectores de la economía, luego se abrió paso la pequeña propiedad privada mediante la autorización de los llamados “trabajadores por cuenta propia”, hoy día se fortalecen las cooperativas e incluso se plantea la integración de pequeñas y medianas empresas de carácter estatal, mixto y privado. Habrá que seguir el curso de los acontecimientos y estar atentos a las contradicciones sociales que estas medidas plantean.

Por otro lado, el poder político y las relaciones sociales sufrieron un proceso de democratización, descentralización y socialización que se concretó en los organismos del Poder Popular, en una democracia participativa y de masas que involucra a los diversos sectores sociales en la designación de sus representantes y gobernantes. La democracia cubana es perfectible, por momentos tiene signos de anquilosamiento o burocratización, pero se renueva constantemente en los ejercicios de debate y deliberación nacional, dos de los más recientes, fueron los grandes procesos de discusión que llevaron, en 2011, a la aprobación de los Lineamientos de la política económica y social del Partido y la Revolución, documento rector de la estrategia de desarrollo a seguir en las próximas décadas, y en 2018 a la aprobación de la nueva Constitución de la República.

Estos elementos, una estructura de propiedad fundamentalmente social, mediante las empresas estatales y cooperativas, así como un sistema político profundamente democrático, son los pilares fundamentales del modelo social de la mayor de las Antillas. Y aun cuando en primera instancia parecen cuestiones alejadas del quehacer científico lo cierto es que sin esta estructura de propiedad y sin este sistema político, sería imposible la creación y gestión del sistema de educación que es, a su vez, la base del sistema de ciencia y tecnología cubano.

III.

El desarrollo de la ciencia después del triunfo revolucionario puede ordenarse en las siguientes etapas superpuestas:

“1960-1980: La construcción del ‘capital humano’ y la creación de una institucionalidad para la ciencia cubana. 1970-1990: La integración con la URSS y los países socialistas de Europa. 1980-2000: La construcción del sector biotecnológico y las bases institucionales de la conexión de la ciencia con la economía. 1991-2010: El Período Especial y sus consecuencias. Hoy: Los debates sobre las funciones de la ciencia en el modelo económico cubano.” (Lague Dávila, 2018, pág. 30)

En un primer momento fueron fundamentales, de la mano de los cambios económicos y sociales que hemos descrito, los cambios en el ámbito cultural. Por ejemplo, de singular resonancia tricontinental el Encuentro Cultural de La Habana en 1968 expresó el combate contra las formas del colonialismo y el neocolonialismo político, económico y cultural. Sobresale también la creación de centros tan importantes para la cultura latinoamericana como la Casa de las Américas y el Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC).

Más tarde se fundaron instituciones científicas como el Centro Nacional de Investigaciones Científicas en 1965 y los Institutos de investigación del Ministerio de Salud Pública en 1966, el Jardín Botánico Nacional en 1968 y en 1969, dentro de la Universidad de La Habana, se fundó el Centro de Investigación Digital, donde se construyó, en 1970, la primera computadora cubana, la CID-201 (Lage Dávila, 2013; Núñez Jover, 2005).

El hito cultural y educativo en los inicios de la revolución fue la campaña de alfabetización desplegada de manera masiva a lo largo y ancho de la Isla durante 1961, en ella participaron cientos de miles de niños, jóvenes, estudiantes y maestros voluntarios que fueron al campo, la sierra y lugares alejados a alfabetizar a campesinos y obreros, gracias a su labor Cuba paso de tener alrededor de 20% de analfabetismo a poco más de 3%, cifra que superaba a cualquier otro país latinoamericano en aquella época. Al finalizar la campaña Cuba era declarada territorio libre de analfabetismo.

El número de escuelas creció de más de 7 mil que había en 1959 hasta casi 14 mil en 1985, para 2018 eran 10, 598 escuelas de todos los niveles; los maestros aumentaron de 23 mil en 1959 hasta 232 mil en 1985 y alrededor de 285 mil en 2018. (Lage Dávila, 2013; ONEI, 2019b). Actualmente la tasa de escolarización en niños de entre 6 y 11 años es prácticamente de 100%, y en la educación media (12-17 años) es de casi 83.9% (ONEI, 2019).

Las escuelas de educación superior crecieron, de menos de 5 antes de la revolución hasta 65 para 2005, actualmente son 41 escuelas en este nivel educativo, a las que habría que añadir los centros universitarios municipales que llegaron a ser más de 3 mil en los primeros años del siglo XXI y actualmente existen 120. La matrícula en educación superior alcanzó en 1985 más de 235 mil y en el ciclo 2018-19 rondó los 241 mil. Los graduados de la educación superior en 1985 fueron más de 23 mil, alcanzaron la cifra de 89, 560 en el ciclo escolar 2011-12, y en 2018 llegaron a más de 22 mil (ONEI, 2019; ONEI, 2019b); el número de doctores hasta 2011 superaba los 12 mil, la mayoría en las ciencias biomédicas y naturales, con un fuerte crecimiento durante la primera década del siglo XXI de las ciencias pedagógicas. Con estas cifras Cuba fue en el 2012 el segundo país de América Latina con mayor proporción de doctorados por millón de habitantes, con 60, mientras que Brasil obtuvo ese año 70 (UNESCO, 2018; Academia de Ciencias de Cuba, 2013).

IV.

Los años setenta y ochenta fueron de un mayor desarrollo económico. Ligada al CAME[7] desde 1972 y con la definición de una estrategia de desarrollo y la instauración del Sistema de Dirección y Planificación de la Economía, la economía cubana amplio sus capacidades de reproducción lo que se expresó en mejoras sociales significativas; esto a pesar de las múltiples contradicciones acumuladas respecto a la relación de Cuba con el bloque socialista europeo y soviético. (Rodríguez, 1990; Pérez Villanueva, 2008).

Como parte del CAME se firmó en 1976 el Convenio de Colaboración Económica y Científico Técnica, mientras que en 1974 se había formado el Consejo Nacional de Ciencia y Técnica. En este marco se fortaleció la cooperación en materia científica y tecnológica, la capacitación de técnicos y personal especializado en los países socialistas, y en general la promoción de los intercambios culturales, académicos y científicos.

Para fines de los años ochenta existían alrededor de 200 instituciones dedicadas a la investigación científica; en el 2018 se contabilizaban 214, la mayoría de ellas entidades presupuestadas, es decir, financiadas directamente por el conjunto de la sociedad a través del presupuesto estatal, en ellas laboran más de 89 mil trabajadores, de los cuales más de 16 mil corresponden a investigadores de equivalencia a jornada a completa (EJC) y casi 7 mil investigadores categorizados (Lague Dávila, 2018; ONEI, 2019)

El porcentaje de trabajadores en actividades de investigación y desarrollo (I+D) como porcentaje de la población económicamente activa se mantuvo, durante los años noventa, por encima de la media latinoamericana, sin embargo, para 2009 este había descendido ligeramente, mientras que en AL era de 1.64 % , en Cuba era de 1.05 % (Academia de Ciencias de Cuba, 2013).

En cuanto al financiamiento cabe resaltar que en 2013 Cuba era el país latinoamericano que destinaba mayores recursos a la educación superior, con un 4.47% del PIB, mientras que, por ejemplo, El Salvador dedicaba 0.29% o México 0.93%. (UNESCO, 2018). Respecto al gasto en I+D los índices en Cuba han variado, en 1996, se destinaba 0.37% del PIB, en 2009 el gasto fue de 0.64% y para 2014 el gasto en I+D fue del 0.41%; con estos índices Cuba se sitúa por arriba de la mayoría de los países Latinoamericanos, aunque muy por debajo de Brasil, único país de la región que supera el 1% del PIB como gasto en I+D. (UNESCO, 2018; Academia de Ciencias de Cuba, 2013). Las últimas cifras disponibles muestran que en 2017 Cuba destinaba a I+D 0.43%, mientras que, por ejemplo, Costa Rica invertía 0.42% en el mismo año o México gastaba en 2018 0.31% (Banco Mundial, 2020c)

En general puede apreciarse que la inversión cubana en I+D mantuvo una tendencia creciente incluso en tiempos del periodo especial, y su mayor caída ha sido hacia 2011, tras los impactos de la crisis global de 2008-2009, asimismo cabe insistir que en su absoluta mayoría se trata de financiamiento estatal.

V.

La universalización de la educación, la creación y fortalecimiento de instituciones y centros de investigación, el esfuerzo por dedicar recursos económicos a la ciencia y la tecnología, aun en el marco de fuertes restricciones financieras, y la perspectiva política que ve en el quehacer científico un resorte fundamental para el desarrollo económico y para el bienestar social, sentaron las bases para que hacia los años ochenta y con mayor profundidad durante el periodo especial y los años noventa, se consolidara en Cuba la industria biotecnológica y farmacéutica, la cual es hoy día, junto con el sistema de salud, uno de los componentes claves en el enfrentamiento a la pandemia de la Covid19 en la isla.

La industria biotecnológica cubana nace en los años ochenta, de manera casi paralela a la industria biotecnológica del mundo capitalista. Mientras que la primera empresa biotecnológica surgió en los EE. UU. en 1976, ya en 1981 se fundó en Cuba el Centro de Investigaciones Biológicas, más tarde, en 1986, se inauguró el Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología, con lo que la Isla se ponía a la vanguardia en la investigación científica biotecnológica (Lague Dávila, 2018).

Ya en los noventa, durante los momentos más complicados del periodo especial, se consolidó el llamado Polo Científico, que en los inicios del siglo XXI se conformaba por alrededor de 40 instituciones que empleaban a más de 12 mil trabajadores y más de 7 mil científicos e ingenieros. Este Polo Científico fue el origen de la que actualmente es Biocubafarma, una corporación estatal que incluye alrededor de 40 empresas y más de 20 mil trabajadores, que opera más de 60 instalaciones productivas, una decena de empresas comercializadoras, 5 empresas mixtas en el extranjero y que exporta productos farmacéuticos y biotecnológicos a cerca de 50 países. (Lage Dávila, 2013, 2018)

Biocubafarma suministra más de la mitad del cuadro básico de medicamentos del sistema de salud cubano, dentro de su catálogo se encuentran más de 200 medicamentos, y más de 70 equipos y dispositivos médicos para el tratamiento de enfermedades infecciosas, cáncer, diabetes, problemas cardiovasculares, etc. (Biocubafarma, 2018). Esta corporación cubana se basa en un esquema de ciclo cerrado, es decir, coordina y administra las diversas etapas en la producción de fármacos y equipo médico, desde la investigación, el desarrollo, la producción y la comercialización.

Biocubafarma es uno de los ejemplos mejor logrados de la inserción social del quehacer científico, ya que la investigación científica tiene un impacto inmediato en al menos dos dimensiones fundamentales de la sociedad cubana, por un lado, en el sistema de salud y por el otro, en la obtención de divisas y recursos financieros para sostener tanto a la industria biotecnológica como para tributar al conjunto del gasto social y productivo de la isla. El horizonte es la articulación entre ciencia, salud y economía centrada en las necesidades del ser humano y no del capital.[9]

VI.

El desarrollo de la ciencia en Cuba no ha estado exento de problemas. En un ejercicio de autocrítica, que les permita avanzar hacia la superación de los obstáculos, la Academia de Ciencias de Cuba resumió así los diversos problemas encontrados:

a) Tendencia a la reducción del potencial científico, situación esta más crítica en algunas disciplinas. b) Envejecimiento de los cuadros de mayor experiencia, con insuficiente sustitución por generaciones más jóvenes. c) Crecimiento en la emigración de personal calificado. d) Insuficiente y tardía formación de doctores, especialmente en las ramas que tienen impacto más directo en la economía. e) Decrecimiento en la intensidad de financiamiento, el cual se utiliza principalmente en el mantenimiento de los salarios y plantillas; y es especialmente insuficiente para los medios técnicos del trabajo de investigación. f) Deterioro especialmente notorio en las condiciones materiales para la investigación científica en las áreas universitarias. g) Baja productividad en publicaciones y patentes, que nos sitúan ya por debajo de la media de América Latina. h) Contracción y dispersión del intercambio con el exterior. i) Escasa traducción de la investigación científica en el componente tecnológico de nuestras exportaciones. j) La heterogeneidad en el desarrollo científico-técnico, con una concentración del financiamiento, los medios técnicos y la conexión con la producción en el sector de la Biotecnología, en comparación con otros sectores y disciplinas científicas, algunas en riesgo de ¨no-continuidad¨ (Academia de Ciencias de Cuba, 2013, pág. 24)”

Estas dificultades tienen varias causas, siendo las fundamentales los problemas financieros provocados por el bloqueo económico y comercial impuesto por los EE. UU., así como los impactos diferidos del Periodo Especial; esta situación ha impuesto a la economía cubana y en particular al desarrollo científico costos extras para enfrentar las limitaciones de acceso a tecnologías emergentes y a los centros de investigación e información más avanzados en el mundo.

En el mismo sentido es un obstáculo la realidad actual del capitalismo global, en la que el monopolio sobre los recursos científicos y tecnológicos es mayor que hace 40 años, se ha profundizado la tendencia a la centralización de la tecnología y el conocimiento, lo que ofrece dificultades extras a la cooperación en ciencia y tecnología por fuera de las grandes corporaciones capitalistas globales.

En el plano interno Cuba enfrenta las limitaciones de ser un país pequeño y subdesarrollado, con escasos recursos naturales que le permitan obtener financiamiento, a esto añade contradicciones propias de un país desarrollado, como el envejecimiento de su población (Academia de Ciencias de Cuba, 2013).

Para enfrentar los retos actuales en ciencia y tecnología Cuba posee fortalezas importantes. Primero, un potencial científico formado a lo largo de 60 años de construcción socialista, esto se expresa en la gran calidad de sus investigadores, científicos e instituciones; y segundo, Cuba mantiene una perspectiva de desarrollo socialista que pone en el centro el bienestar social, la vida y no las ganancias, esto se concreta en una red institucional que cuentan con la legitimidad necesaria, así como en con las capacidades suficientes para orientar las fuerzas sociales hacia los objetivos establecidos y no someterse de manera ciega a los vaivenes de los mercados. “En síntesis, se trata de un panorama contradictorio, que dibuja por una parte una indudable conquista de la Revolución, pero al mismo tiempo amenazas para la continuidad y ulterior despliegue de esa conquista” (Academia de Ciencias de Cuba, 2013)

VII.

Para concluir quisiéramos insistir en un elemento fundamental que orienta no sólo la lucha contra la Covid19, sino también el desarrollo científico en Cuba. Decíamos al inicio de este escrito que el sistema de salud y el de ciencia y tecnología eran las dos fortalezas que explicaban el éxito de la lucha cubana contra la Covid19, ahora quisiéramos añadir dos elementos más, que si bien han sido mencionados vale la pena puntualizar. Por un lado, la cultura política del pueblo cubano, y por el otro, el proyecto socialista en construcción.

La cultura política se expresa tanto en la disciplina social como en la conciencia colectiva. Mientras que en muchas partes del mundo a los pueblos les resultaba difícil creer cuando los gobiernos corruptos y explotadores de siempre les decían que debían “quedarse en casa” para no enfermar, por otra parte, en Cuba el llamado desde el gobierno encontró, en general, oídos atentos.

La frase “yo no creo en el coronavirus” no tuvo cabida en el país caribeño, porque con todo y los problemas y contradicciones que enfrenta, lo cierto es que el proyecto de gobierno y de desarrollo sigue siendo un proyecto popular, que responde a las necesidades de las y los trabajadores y esto lo sabe el cubano, la cubana de a pie, por eso puede ser disciplinado, y por eso también puede enfrentar críticamente los errores.[10]

Debemos insistir en que si el pueblo cubano está en condiciones de, con muchas dificultades y penurias es cierto, cumplir el aislamiento social, es gracias al proyecto socialista en construcción, es porque tiene en lo fundamental garantizada su vida, alimentos, salud, una casa donde resguardarse, paz pública y derechos laborales que se respetan, elementos hoy impensables en la absoluta mayoría de los países capitalistas, y ni que decir en los sótanos del mundo donde la violencia, la precarización laboral y la miseria campean por sus fueros.


Notas:

[1] La estrategia contra la covid19 desplegada por Cuba ha sido valorada positivamente por la OMS, y en general ha dado buenos resultados. Hasta el 11 de agosto existían 3128 casos confirmados y 88 fallecidos, lo que muestra una tasa de letalidad por abajo del 3%, cifra mucho menor comparada con las tasas de letalidad de países como México 10.9%, España 8.8%, Italia 14% o Irlanda 6.6%. Hasta el 11 de agosto se habían realizado 309 908 pruebas diagnósticas de las cuales han resultado positivas el 1.1%, la gran mayoría de las cuales han sido de pacientes asintomáticos, el 57.5% (MINSAP, 2020; Coronavirus Resource Center Johns Hopkins University, 2020). Puede verse un panorama de la estrategia seguida contra la pandemia en (Cantó, 2020; Díaz-Canel, Bermúdez & Núñez, Jover, 2020)
[2] “[…] lo que explica el desarrollo de la biotecnología cubana y su contribución al sistema de salud no se reduce a que contemos con buenas instituciones y excelentes profesionales. La política histórica de la Revolución orientada a fortalecer el sistema de salud público, gratuito y de calidad, y la conducción política de esa industria, en particular el liderazgo de Fidel, han sido determinantes. Los valores dominantes en esos profesionales también son expresión del modelo social cubano, socialista y solidario. Lo mejor de la política cubana de ciencia y tecnología han sido los valores sociales que la han guiado, en particular el interés por poner el conocimiento al servicio de las demandas del desarrollo y la satisfacción de las necesidades humanas básicas de toda la población.” (Díaz-Canel, Bermúdez & Núñez, Jover, 2020)
[3] “En la atención primaria, el 82,8 % de las consultas externas se realizan por médicos de familia, la tasa de ingresos, en el hogar es de 5,2 por 100 habitantes, el 94,1 % de las consultas externas y el 58,4 % de las de urgencia, se producen en la atención primaria.” (MINSAP, 2020, pág. 14)
[4] 4 “El INRA fue el centro desde el que se ordenó y planificó la totalidad del territorio y los diferentes aparatos estatales, desde el INRA se pusieron en marcha los varios departamentos que edificaron la estructura que más tarde se dividiría y autonomizaría transformándose en los ministerios del Interior, del deporte y cultura, del trabajo, de la educación.” (Fiordelisio, 2007, pág. 72)
[5] “Las consecuencias de esta Ley fueron múltiples y significativas: se eliminó la propiedad latifundista y se distribuyó aproximadamente el 67% de las tierras del país a favor de los pequeños campesinos y el Estado; se creó el sector social en la agricultura que pasó a controlar alrededor del 40% de las tierras…” (Rodríguez, 1990, pág. 28)
[6] Desde el inicio del bloqueo y hasta mediados de 2019 el bloqueo había costado a Cuba alrededor de 138 mil 843, 4 millones de dólares (MINREX, 2019). Durante la pandemia de Covdi19 las acciones del bloqueo se mantienen, algunos ejemplos son: a inicios de junio el gobierno de EEUU informó a la cadena hotelera Marriot que no podrá seguir operando en Cuba; en el mismo mes los EEUU amenazaron con sancionar a Western Union por mantener vínculos comerciales con Cuba; en julio el departamento del tesoro norteamericano incluyó al banco cubano Havin Bank, con operaciones en Inglaterra, dentro de la lista de entidades sancionadas; también en julio el gobierno de EEUU multó a Amazon por realizar ventas a la embajada cubana en Washington (Agencia EFE).
[7] CAME, Consejo de Ayuda Mutua Económica, fue la organización económica que aglutinó a los países del bloque socialista desde 1949 hasta 1991, mediante el CAME se buscó superar las limitaciones del intercambio desigual dentro del capitalismo, por ello se desplegó la cooperación económica, técnica, científica y cultural entre sus miembros, todo bajo el horizonte de profundizar la integración socialista.
[8] Otro ejemplo de la articulación entre ciencia y las necesidades sociales lo podemos encontrar en el municipio de Yaguajay, en este territorio de casi 60 mil habitantes situado en la zona central de la isla, se desarrollan desde 1994 una serie de proyectos enfocados a resolver problemas de salud y de producción agropecuaria y de alimentos, fundamentalmente. Se trata de los llamados “Proyectos Yaguajay” en los que se despliega la articulación “Educación Superior-Conocimiento-Tecnología-Innovación-Sociedad”, mediante la participación activa de los diversos actores sociales locales, desde las autoridades municipales, los consejos populares, las empresas estatales locales, las cooperativas de campesinos y las organizaciones de masas (Sinaí, Suárez, Reyes, & Luna, 2009; Marichal Hernández, Yáñez González, & Escudero Rodríguez, 2009) “La estrategia de trabajo de este programa de desarrollo se caracterizó por el incremento consciente y sistemático de la participación social en la identificación y priorización de los problemas, la elaboración del plan de acción con soluciones locales y la gestión en la búsqueda de los recursos, todo ello avalado por la conducción y asesoramiento de los institutos de investigación y las universidades, que brindaron su orientación, y por la existencia en todos los proyectos de un componente fuerte de capacitación como vía para aumentar el capital humano” (Sinaí, Suárez, Reyes, & Luna, 2009)
[9] “Las principales afectaciones reportadas en este ámbito [educativo] están determinadas por el pago de tarifas aumentadas por concepto de flete para la transportación de los productos adquiridos en mercados lejanos, el acceso limitado a información científica y a herramientas informáticas necesarias para la producción de multimedias educativas, así como por los obstáculos para recibir los pagos por los servicios profesionales que se ofrecen en el extranjero.” (MINREX, 2019, pág. 20)
[10] “Paradójicamente – y ésta es quizás la paradoja por excelencia de la sociedad socialista cubana– la crítica, la discrepancia e incluso el reclamo no son sino las criaturas de la propia revolución a nivel de la sociedad civil. Los cubanos se consideran efectivamente ciudadanos iguales, y no sólo en el texto de la Constitución de la República. En otras palabras, cualquier cubano, sea vecino negro de La Habana Vieja, guajiro del Escambray, joven caminante de un parque o malecón de alguna ciudad, anciano jubilado de algún edificio multifamiliar o madre obrera cabeza de familia, se considera en capacidad de reclamar en alta voz ese derecho, junto con un alegato de inconformidades sobre lo que el régimen y en especial el Estado le debe como digno miembro de la sociedad civil.” (Hernández, 2002, pág. 38)

Referencias:
[ø] Academia de Ciencias de Cuba. (2013). Análisis del estado de la ciencia en Cuba de cara al cumplimiento de los Lineamientos de la Política Económica y Social del Partido y la Revolución. La Habana. Obtenido de http://www.academiaciencias.cu/sites/default/files/adjuntonoticias/ACC.%20Estado%20de%20la%20Ciencia%20en%20Cuba.%20Enero%202013..pdf
[ø] Banco Mundial. (2020). Médicos (por cada 1000 personas). Obtenido de https://datos.bancomundial.org/indicador/SH.MED.PHYS.ZS
[ø] Banco Mundial. (2020b). Tasa de mortalidad, bebés (por cada 1.000 nacidos vivos). Recuperado el 1 de agosto de 2020, de https://datos.bancomundial.org/indicator/SP.DYN.IMRT.IN
[ø] Banco Mundial. (2020c). Gasto en investigación y desarrollo (% del PIB). Obtenido de https://datos.bancomundial.org/indicador/GB.XPD.RSDV.GD.ZS
[ø] Biocubafarma. (2018). Catálogo de productos, equipos y dispositivos médicos. Obtenido de https://www.biocubafarma.cu/doc/c_productos_es.pdf
[ø] Cantó, L. (22 de mayo de 2020). La efectiva estrategia cubana: cercar al virus por todos los flancos. La Habana. Recuperado el 22 de julio de 2020, de https://www.efe.com/efe/america/sociedad/la-efectiva-estrategia-cubana-cercar-al-virus-por-todos-los-flancos/20000013-4253199
[ø] Coronavirus Resource Center Johns Hopkins University. (2020). Análisis de mortalidad. Recuperado el 12 de agosto de 2020, de https://coronavirus.jhu.edu/data/mortality
[ø] Díaz-Canel, Bermúdez , M., & Núñez, Jover, J. (2020). Gestión gubernamental y ciencia cubana en el enfrentamiento a la Covid-19. Anales de la Academia de Ciencias de Cuba, especial COVID-19, 10(2). Obtenido de http://www.revistaccuba.sld.cu/index.php/revacc/article/view/881/887
[ø] Fiordelisio, M. (2007). Poder popular y autogobierno en Cuba. La revolución desde el municipio. México: Ítaca.
[ø] Hernández, R. (2002). Mirar a Cuba. Ensayos sobre cultura y sociedad civil. México: FCE.
[ø] Lage Dávila, A. (2013). La economía del conocimiento y el socialismo. La Habana: Editorial Academia.
[ø] Lague Dávila, A. (2018). La osadía de la ciencia. La Habana: Editorial Academia.
[ø] Marichal Hernández, R., Yáñez González, B., & Escudero Rodríguez, A. M. (enero-abril de 2009). Proyecto Yaguajay. Una experiencia en la estrategia de municipios por la salud. Gaceta Médica Espirituana, 11(1). Recuperado el 29 de agosto de 2020, de http://revgmespirituana.sld.cu/index.php/gme/article/view/846/721
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